31.5.09

PRIMAVERA SOUND (III): EL TORMENTO Y EL ÉXTASIS


Tormento. m. Acción y resultado de atormentar. Angustia o dolor muy intensos. tortura, suplicio, dolor, padecimiento, sufrimiento, sacrificio.

Éxtasis. m. Estado del alma enteramente embargada por un intenso sentimiento de admiración, alegría, etc. Estado de unión del alma con Dios, caracterizado por la suspensión temporal de las funciones corporales. Arrobamiento, fascinación, delirio, embeleso, arrebato, elevación, encantamiento, asombro, pasmo.

En la tercera y última jornada central del Primavera Sound, el festival de festivales, el tormento vino, de nuevo, de mano las limitaciones con las que artistas, managers y, a veces, la organización, someten a los fotógrafos que desean, simplemente, desarrollar su trabajo.

Por ejemplo, en uno de los conciertos indispensables de esta edición: The Bad Plus. Trío de espectaculares intérpretes de jazz que dejaron a los amantes de la música boquiabiertos con sus versiones —en clave de free jazz juguetón— de himnos del rock de Wilco o U2, que llevaban a su terreno con una naturalidad pasmosa. Pocos modernos en el auditorio para escucharlos. Y menos aguantaron hasta el final. Ya se sabe que la ambrosía no está hecha para la boca del moderno. Actuaciones como estas, incomprensibles en cualquier otro festival, son las que hacen al Primavera Sound una clase en sí mismo.

Pero les hablaba de las limitaciones. Siento la digresión, pero es que con los Bad Plus me pongo estupendo. A lo que íbamos, prohibición de hacer fotos. Un ejército de motivados guardianes de la seguridad se aplica con rapidez, distribuidos estratégicamente por toda la sala para impedir que se enfoque a los artistas. Estoy en primera fila, disfrutando del concierto. Imposible sacar la cámara aquí. Me levanto al finalizar uno de sus temas, salgo de la sala, vuelvo a entrar por una de las puertas traseras en una maniobra de distracción digna de la guerra fría y me sitúo en el centro del auditorio. Cuando veo que los vigilantes más cercanos se dirigen a frenar a otros fotógrafos, saco la cámara, que ya tenía en marcha, preparada y con la mochila abierta y disparo una rápida ráfaga. Recojo los bártulos, vuelvo a mi asiento de primera fila y sigo escuchando el gran concierto, como quien no ha roto un plato en su vida. Misión cumplida.

Sigamos con limitaciones. Para el concierto de Neil Young, sólo 10 afortunados tienen permiso para acceder al foso. Yo no. Como imagino que acudirá una multitud, me acerco con tiempo y me sitúo en un lateral del escenario, tras la grúa de televisión. El espacio acotado para sus evoluciones me permitirá disfrutar de una visión aceptable, aunque escorada, cuando la cámara de televisión no se cruce por mi campo visual, claro.

Pues empieza el concierto y, encaramado a la valla que limita el espacio reservado a la televisión, disparo, en precario equilibrio. Sólo los pies mantienen la estabilidad. Los gemelos de las piernas, a punto de estallar. La mochila, colgando ante mi, como contrapeso, para impedir que me caiga hacia atrás. Cuando Neil Young nos da la espalda, bajo para descansar un momento. Cuando vuelve a aparecer, subo otra vez a la valla, con unas piernas como dos palos de madera. El resultado, ante ustedes. ¿Valió la pena? Creo que sí.

Mientras me alejo del escenario en dirección a otros artistas a cubrir, voy escuchando a Neil Young y me maravillo del gran concierto que está pergeñando ¡a sus 64 años! Y, sumido en sus tormentas eléctricas, me olvido del mal rato que me ha hecho pasar.

Me he centrado en los tormentos, pero creo que he dejado entrever que el éxtasis fueron las actuaciones de The Bad Plus y Neil Young, entre otros. Impresionante edición, a nivel artístico, del festival. Larga vida al Primavera Sound.

Buenos días.

30.5.09

PRIMAVERA SOUND 2009 (II): HELLO, I’M JARVIS


Sol, calor. Caseta de acreditación. Hoy sí firmo el contrato. Arrastrar pies camino del escenario. Clickclickclickclickclik. Corretear en dirección a la siguiente actuación. Clickclickclickclickclik. Cerveza. Arrastrar pies camino del escenario. Clickclickclickclickclik. El oscuro auditorio, la gruta del sonido. Los bajos bombásticos te arañan las tripas mientras fías tus tímpanos a unos tapones. Todo tiembla bajo tus pies. Los amplificadores, al 12. Clickclickclickclickclik. Fotografiar coreografías imposibles de un ser fotofóbico. Clickclickclickclickclik. Cerveza. Breve y agradable conversación tras numerosos intercambios de llamadas abortadas por el ruido ambiental. Escenario Ray-Ban Vice. Has caminado tanto que crees que has llegado a otro festival. Clickclickclickclickclik. Atravesar todo el recinto a las 4 de la madrugada, en lo que ya parece una deportación. Luna, frío. Te sientas en la moto y respiras aliviado cuando todo el peso de la mochila descansa en el sillín del acompañante. Vuelta tranquila a casa. La ciudad duerme. La brisa fría golpea tu cara. Segundo día del Primavera Sound.

Así podría resumir 12 horas de trabajo, el tiempo que pasé ayer, de concierto en concierto, en el recinto del festival. Tenía un listado tan apretado que no he podido saludar por algunas de las casetas del mercadillo, como era mi intención. A ver si hoy.

Descanso puntual. Dentro de escasas horas, sol, calor...

En la foto, Jarvis Cocker. Tiene guasa el hombre. Aparte de intentar leer, con pronunciación imposible, algunas frases en catalán, se dirigió al respetable con un “Hello, I am Jarvis. In case you don’t know”. Lo dicho, será trendy pero con guasa. Bien, pero me recuerda demasiado a Bowie. Serán cosas de tener ya una cierta edad.

Buenos días.

29.5.09

PRIMAVERA SOUND 2009 (I): LOVELESS


Ya pasado el primer día oficial de festival, que augura masificación durante el fin de semana, les podría hablar del buen sabor dejado por algunos grupos patrios, como Veracruz y Cuzo, de las inmensas colas que se formaron ante las nuevas máquinas expendedoras de bebidas y que —¡glups!— han de ser las que nos extiendan los tickets para acceder al cotizado auditorio, de la invasión del festival por parte de extranjeros, de las enormes caminatas para llegar al escenario Ray-Ban Vice, que quedarán grabadas a fuego en nuestra memoria y en nuestras piernas ...

Pero en vez de hablar de todo eso, me centraré en el plato fuerte del primer día, My Bloody Valentine. Concretamente, en cómo un desafortunado manager puede complicar lo que en apariencia es bien sencillo y conseguir, gracias a su intervención, lo contrario de lo que pretende.

Me explicaré. Algunos de los grupos son tan celosos de su imagen que obligan a los fotógrafos que cubren los festivales a firmar un contrato para fiscalizar la distribución de sus imágenes. Este tipo de requisitos no deja de ser enternecedor —por su ingenuidad— en tiempos de la popularización de la fotografía digital. Vamos, es como poner puertas al campo. Aun así, algunos grupos continúan intentándolo. Normalmente son extranjeros y te obligan a firmar un contrato en inglés, con lo cual puedes aducir indefensión. Algunos compañeros fotógrafos han llegado a firmar con nombres tan inocentes como Felipe González o Ratón Mickey, por ejemplo, a ver si así les piden cuentas a tan insignes personajes. Un boicot legítimo cuando algunas de las cláusulas firmadas son delirantes y quieren controlar los derechos de reproducción no ya en el mundo mundial, sino en todo el universo (no exagero, les aseguro que he firmado un contrato cuyo ámbito de control era el universo, así, sin problemas).

Bueno, pues en el caso de My Bloody Valentine, el manager decidió que iba a fiscalizar la actividad de los fotógrafos. Y se supo del requisito cuando la mayoría de fotógrafos ya se habían acreditado. Total, llega la hora del concierto, multitud de fotógrafos haciendo cola religiosamente para acceder al foso y a la entrada nos informan de que no se puede entrar si no se ha firmado el contrato. No hay posibilidad de hacerlo in situ o después.

—Sin contrato no se entra.

Al parecer, sólo cinco fotógrafos habían sido informados, supongo que los de la organización y de algún medio inglés.

Ante tal despropósito, uno puede optar por blasfemar, lamentarse o hacer algo. Opté por la tercera opción. A pesar de la marea humana que esperaba expectante, conseguí llegar hasta primera fila, pidiendo paso educadamente. Al final, estaba en una situación inmejorable para tomar fotos sin las restricciones a las que te pretende obligar un contrato. Es decir, que por querer controlar en demasía, al manager le había salido el tiro por la culata. Y como muestra, una de las fotos del concierto de ayer.

—Sin contrato no hay restricciones.

Uno de los compañeros periodistas con los que me encuentro desde hace años bromeaba sobre mi aspecto poco antes del concierto. “Parece que vayas a la guerra”, me decía entre sonrisas. “Es que voy”, respondí. No me imaginaba cuán proféticas eran mis palabras.

Buenos días.

28.5.09

EL LADO OSCURO


Intentando mostrar en el retrato el lado oscuro de Peter Christopherson. Si me permiten ser autorreferencial, ya hablé de él aquí.

Todos tenemos nuestro lado oscuro. Quizás la diferencia se da en que algunos lo explotan comercialmente y otros nos lo guardamos como parte fundamental de nuestra intimidad.

Bueno, les confesaré algo. Ayer vi el partido del Barça. En un antifutbolista furibundo como yo, eso sí que es una revelación de lo innombrable. Qué quieren que les diga, hacía zapping y me enganchó el juego que realizaron.

Ahora, que dispongo de un poco de tiempo libre, podré responder personalmente a sus comentarios de los últimos días. Algunos me preguntaban sobre el último trabajo de Tori Amos. Para los que están interesados, decir que la mujer acostumbra a ser generosa en la duración de sus discos —éste último pasa de los 70 minutos—, así que es un doble álbum en toda regla. Como es lógico, hay altos y bajos, canciones que quizás no merecían otra cosa que ser cara B de singles. Pero, en términos generales, yo diría que es uno de sus mejores trabajos desde hace años. De hecho, la tenía abandonada últimamente por las decepciones que habían representado sus últimas producciones y ahora vuelvo a estar enganchado a ella.

Les dejo la canción que abre el álbum, “Give”, una suerte de trip-hop trasnochado y sensual que muestra muy bien los ambientes enfermizos que tanto frecuenta la Amos. Un gran tema, sin duda.



La letra, aquí:

GIVE

So you heard
I crossed over the line
Do I have regrets?
Well, not yet
There are some,
some who give Blood
I give love
I give
Soon before the sun
before the sun
begins to rise
I know that I
I must give
so that I
I can live
There are some,
some whose give
twists itself to take
they mis-take
who, what made up the line
some say it was pain
or was it shame
Soon before the sun
before the sun
begins to rise
I know that I
I must give
so that I
I can live
Some
Some who give Blood.
I give love
I give

Si les gusta, compren el álbum, que la chica tiene que alimentar a su prole. Yo lo haré (comprarlo). En doble vinilo, claro.

Buenos días.

27.5.09

ESE CHICO


Pues aquí me tienen, preparándome para el festival de los festivales.

Lamento que tengan que observar la imagen, pero si Todd Browning fue capaz de crear una obra de arte imperecedera con el material que utilizó, comprenderán que no puedo aspirar a menos.

Hoy les dejo una de las canciones del último álbum de Tori Amos, “Abnormally attracted to sin”, no me negarán que es un gran título para un disco. La canción, “That guy” es la queja de una mujer respecto a su amado, que carga con una guerra en su interior, una lucha que se hace presente a cada momento. Imposible no identificarse. Es un tema arrebatado, con ecos del cabaret berlinés y de esas melodías que patentó la Kate Bush en su disco “Never for ever”, por ejemplo. Drama queens como Rufus Wainwright o Marc Almond sacarían oro de este tema si lo versionaran. Fijo.

THAT GUY

That Guy
Swears he will walk
and carries a chip as big as New York
That Guy
at night makes me scream
and smashes the best possibilities
That Guy
Just brings his war
home, she cries, “why can’t Daddy leave his war outside?”
That Guy
When he wants can love
like no other love
until the darkness comes
Do we make up to break up?
Do we break up then wake up?
To cuts instead of kisses
To cuts instead
Instead
Instead
That Guy
Swears he will walk
and carries a chip as big as New York
That Guy
Cannot seem to see
there’re no other guys
but the one he used to be
Do we make up to break up?
Do we break up then wake up?
To cuts instead of kisses
To cuts instead
Instead
Instead
Will we make up?
Will we break up?
Will I wake up with, with
That Guy
That Guy
That Guy




Buenos días.

26.5.09

CONCENTRACIÓN


A veces, la dispersión es buena. Otras, contraproducente.

En la foto, Daniel Domínguez, batería del dúo Cuchillo, concentrado durante una de sus últimas actuaciones.

Buenos días.

25.5.09

CONTINUAR O PARAR


A veces, las verdaderas obras de arte ponen un espejo ante ti y te desnudan mucho más que cualquier análisis psicológico. Continuar o parar, luchar o rendirse, ganar o perder. Todo se reduce a eso. Seguir la corriente, quizás quejándote, o hacer algo para cambiarla.

El actor Pep Tosar ha elegido la primera opción. Y ha creado la obra de teatro indispensable de esta temporada. Fuera del círculo de teatros que programan comedias adormecedoras o vehículos que otorguen aparentes marchamos de calidad a actores de teleserie. Tosar ha dado un golpe sobre la mesa y ha decidido convertir su malditismo en forma de vida, creando, produciendo, dirigiendo y montando una obra, Molts records per a Ivanov (Muchos recuerdos para Ivanov), en el círculo Maldà que, insisto, ningún apasionado del teatro, del arte o de la vida debe perderse.

A pesar de lo que pueda sugerir el título, Molts records per a Ivanov no es sólo un remedo de la pieza de Chejov, es una obra con una riqueza temática tan grande que explicarla sin duda excede el espacio y el tiempo que le puede dedicar este cronista. Pero sí quiero citar rápidamente algunos de los temas tratados: la pervivencia del amor, la evolución de las personas con el paso de los años, la traición a uno mismo y a los otros, la función del teatro —y del arte en general—, la actitud ante la vida, entre muchos otros.

La obra nos concreta todos estos temas a través de la vida de Iván, de su mujer Anna —enferma de cáncer— y del amigo de la pareja y enamorado de ella, Eugeni. Se nos muestra su presente y su pasado a través de una escenografía en dos espacios, separados por una malla translúcida que hace las veces de pantalla de proyección. Dos jóvenes dan vida a Ivan y a Anna en los años 70 además de desdoblarse en actores que los representan en un vídeo que filma Eugeni. Juego de espejos, poder del metalenguaje. Pero también, emociones a flor de piel, actuaciones que hacen llorar por su intensidad. Por su fracaso, que posiblemente sea el nuestro.

Pocos peros a incluir en una obra sublime. Quizás sólo la interpretación de los actores jóvenes, un poco atropellada y excesiva para mi gusto. Pero el trío de Pep Tosar (Ivanov), Lina Lambert (Anna) y Blai Llopis (Eugeni) es imbatible.

En uno de los momentos más intensos de la obra, se proyectan unas declaraciones de Pier Paolo Pasolini a la RAI:

“Por lo tanto, yo pienso así: el fascismo, el régimen fascista, no es otra cosa que un grupo de criminales en el poder, pero este grupo de criminales en realidad no ha podido hacer nada, no ha conseguido incidir en la realidad de Italia.”

(...)

“Ahora, en cambio, sucede lo contrario. El régimen es un régimen democrático, etcétera, etcétera, pero la aculturización, la homologación que el régimen no consiguió obtener en absoluto, el poder de hoy, es decir, el poder de la sociedad de consumo, en cambio, lo consigue obtener perfectamente, destruyendo las diferentes realidades particulares, quitando realidad a las diferentes formas del ser humano que Italia ha producido históricamente de forma muy diferenciada”.

“Y esta aculturación nos está destruyendo, y no puedo decir otra cosa: el verdadero fascismo es precisamente este poder de la sociedad de consumo que está destruyendo Italia. Y esto ha pasado tan deprisa que, de hecho, casi no nos hemos dado cuenta. Ha pasado en los últimos cinco, seis, diez años. Ha sido una especie de pesadilla en la que hemos visto cómo se ha ido destruyendo el país a nuestro alrededor hasta desaparecer. Y ahora, mientras nos despertamos, tomamos conciencia de esta pesadilla y nos damos cuenta de ya no podemos hacer nada”.


El vídeo está en Youtube. Las frases que aparecen en la obra de teatro, a partir del minuto 2.09:



La entrevista se filmó en 1974, poco antes de que Pasolini muriera embestido por un coche en un asesinato que, en un principio se quiso atribuir a móviles sexuales pero que parece fue programado desde instancias más altas para acallar al díscolo intelectual.

Les dejo con Wish you were here, de Pink Floyd, una canción que reviste una especial importancia en la obra.



Buenos días.

22.5.09

POR FAVOR, NO JUGUÉIS A PARTIR DE LAS 22 HORAS



Nuestro ayuntamiento es sensato. De todos es conocido que, a partir de las 22 horas, se inician las salidas nocturnas, la búsqueda del exceso, el embotamiento de los sentidos. Y eso tiene un precio. Pero, como errar es de humanos y ya estamos a viernes, mi recomendación es que hagan caso omiso de los consejos sensatos y se dejen embriagar por nuestra naturaleza abyecta. La noche educa, la noche nos hace más sabios.

Buen fin de semana.

PD. La fotografía, dedicada al gran kaleidoscopik

21.5.09

AUSENCIAS


Ésta es la única fotografía—bueno, miento, tengo dos tomas diferentes— que tuve tiempo de realizar en Murcia durante el festival SOS4.8 y que no tiene que ver específicamente con el evento musical. Como me enteré de que lo cubriría poco antes de su celebración, todos los alojamientos de la ciudad estaban ya copados y me tocó ir a dormir a un complejo de aguas termales a 20 kilómetros de la capital. Supongo que, durante los años 70 y 80, era un retiro veraniego de las clases pudientes madrileñas, pero ha ido anquilosándose con el tiempo y bajando de categoría hasta que alguien como yo se lo puede permitir. Ahora es refugio de clases medias maduras que se deben sentir viviendo en la película Ojos Negros. El espectáculo de albornoces blancos desfilando cansinamente hacia las zonas de terapia acuática era indescriptible.

Volviendo a la foto, aunque iba siempre con el tiempo justo, no pude evitar dedicar un minuto a ese vacío que exhalaba el viejo armario. La hilera de perchas desocupadas era como un catálogo de ausencias, un homenaje a la falsa cordialidad de los sitios de paso, a su funcionalidad insípida. Se me heló la sonrisa.

Y la imagen me recordó una canción de Clem Snide. En ella, la aparente liviandad burbujeante de su letra y su música se troca en desesperación en su coda final. Un ejemplo perfecto de la capacidad creadora de Eef Barzelay, un genio que se boicotea a sí mismo. Algo que acostumbra a pasar, por otro lado.

La canción dice así:

THE END OF LOVE

You're so sophisticated
Your mind's been liberated
You're the first to know
When a movement's come and gone
Just as the curtain closes
I strike authentic poses
Now that we know all the words to history's sad song
So don't be apocalyptic
There's still time to get your last licks
But very soon the glory will make shameful what is true
And don't be apologetic
So what if it is genetic
Cowards still breathe easy
As their secret's safe with you
Are you still feeling bad
That your mother left your dad
Are you so sure that everybody lied
But guess what? Your pain's been done
To perfection by everyone
And the first thing that every killer reads is
Catcher in the Rye
You're so sophisticated
Your mind's been liberated
You're the first to know
When a movement's come and gone
Maybe you should just
Release the doves
'Cuz no one will survive the end of love.
Maybe you should just
Release the doves
'Cuz no one will survive the end of love.
No one will survive the end of love
No one will survive the end of love
No one will survive the end of love
No one will survive


Y la podéis escuchar aquí:



Buenos días.

20.5.09

CAPÍTULOS



Hoy cierra un capítulo de la historia de su vida. E inicia otro.

Cuando leemos una novela, a veces podemos pensar que la creatividad desbordante del autor puede quitar verosimilitud a las peripecias de los protagonistas. Pero, ¿qué consideramos verosímil? He vivido momentos y experiencias que quizás puestos en páginas serían juzgados como increíbles, pero ciertos. No doy fe, doy testimonio.

El libro de nuestras vidas tiene diversos autores, nosotros mismos —en primer lugar—, el azar y aquéllos que nos rodean. El personaje principal puede decidir, o no, dar un volantazo. Y las consecuencias derivarán, o no, de los caminos tomados. Sea como fuere, los capítulos son sólo divisiones arbitrarias. Cuando leemos una novela, no nos preocupamos por el número de capítulos, o de páginas, sino por lo que se cuenta y cómo se cuenta. Por lo vivido.

Soy un hombre de fijaciones. Allí va una de ellas, creo que adecuada para hoy.



Buenos días.

19.5.09

POBRE CHICO


Entre el cúmulo de actos de moderneo que se solapan en nuestra ciudad de los prodigios, suelen pasar desapercibidas aquellas actuaciones que sí tienen un valor intrínseco. Hasta hoy no he podido hablar del maravilloso concierto homenaje a Nick Drake que se llevó a cabo el pasado 25 de abril en el auditorio del Caixaforum. La garganta privilegiada de María Monferrer (del grupo Ten Thousand Islands) reinterpretó y honró al gran Drake, acompañada por cuarteto de cuerda, contrabajista y guitarra. Entre el público, muchos extranjeros que vivían su juventud en los años 60. De la escena local, bien poca cosa.

La excusa argumental era el primer álbum de Nick Drake, Five Leaves Left, del que pronto se cumplirán 40 años y que sigue tan fresco como cuando el vinilo salió de la prensa. Pero María y sus compinches se saltaron las instrucciones alegremente y nos deleitaron con versiones de temas de los tres álbumes de Drake y, si no me falla la memoria, alguna de las grabaciones que no editó en vida.

Sí, porque Nick Drake murió hace ya muchos años, en 1974. Desequilibrios psíquicos regados en drogas parecen ser el cóctel mortífero que provocó un supuesto suicidio, nunca aclarado del todo.

Os dejo con “Poor boy”, la mejor canción de su segundo álbum, Bryter Layter. En ella —la perfecta fusión entre las melodías tristes de Drake y los arreglos jazzísticos de Joe Boyd—, un solo de piano como gotas de lluvia en el mar.

Oh poor boy
So worried for his health




Buenos días.

18.5.09

DOPPELGÄNGER


Hice un alto en mi fin de semana ascético para ver a Retribution Gospel Choir, el sábado en La2 de Apolo. El trío pivota alrededor de Alan Sparhawk, el líder de Low y podríamos decir que es el reverso, en una suerte de doppelgänger, de su grupo principal. Lo que en aquél es mesura, contención y lentitud, aquí muta en exceso y aceleración. La cosa tiene más gracia al descubrir que una parte del escaso repertorio del nuevo combo está formado por temas de Low a los que se le ha aplicado tratamiento de shock.

Alan Sparhawk también parecía cambiado. Del espíritu torturado y retraído que gobierna Low al rockero patillero, desmelenado y eufórico de Retribution Gospel Choir. De nuevo, dos caras de la misma moneda, porque el desequilibrio sigue ahí, como se pudo ver cuando intentó mascullar unas palabras sin sentido en una de sus escasos parlamentos o hizo un amago de desnudarse al final del concierto para quedarse inmóvil, con el pantalón medio bajado, en un segundo que se hizo eterno hasta que sus compañeros lo ocultaron en el backstage.

De todos modos, el concierto fue increíble, un pelotazo de rock de los 70 en el que batería, bajo y guitarra se enlazaban como serpientes rítmicas de distorsión. Por momentos me parecía estar viendo a Jimi Hendrix redivivo; tan intenso fue.

Les dejo el tema que sirvió para cerrar el concierto en un bis apoteósico.

Un cuento de Poe, William Willson, muestra un caso de doppelgänger, un fenómeno al que Lynch es adicto, como en la serie Twin Peaks (Leland/Bob). Leyendo la biografía de Poe, pienso que él mismo fue su doble malvado:

“El 26 de mayo visitó Castle Island, en el puerto de Boston, presentándose como Edgar A. Perry (Perry había sido el apellido anterior al suyo en la lista de la universidad) y así se alistó en el ejército de los Estados Unidos para los cinco años siguientes. Aseguró que tenía veintidós años en vez de los dieciocho que contaba en realidad. Teniendo en cuenta que se aceptaba a menores de edad en el ejército, no había ninguna razón práctica para dicha mentira. Simplemente, quería desaparecer, librarse del peso de su identidad. En cualquier caso, la mentira era algo que le salía de manera natural”.

Peter Ackoryd, Poe. Una vida truncada. Edhasa, 2009

Buenos días.

15.5.09

EL PESO DEL TIEMPO


He vivido una semana absolutamente desbordante. Unos días en los que mi trabajo ha sido sólo un preámbulo. Cumplidas las obligaciones diarias, hacia el centro de la ciudad a toda velocidad para fotografiar y compartir puntos de vista, experiencias y momentos de hilaridad. Intenso, extenuante pero tremendamente placentero.

Debo recuperarme. El fin de semana intentaré bajar el ritmo, aunque me están esperando cientos de fotografías que seleccionar y tratar. Pero eso no es trabajo. Es placer.

Durante estos días, la calle Tallers ha sido mi centro de operaciones. Bisagra entre Las Ramblas y el Raval, todavía conserva vida real, no ha sucumbido aún a la nueva Barcelona.

En la foto de hoy, uno de los viejos rótulos de la calle, vencido por el tiempo. Porque sepan que el tiempo pesa.

Les dejo con Gravenhurst, la banda sonora perfecta para recuperar el aliento tras días febriles. Proyecto personal del músico inglés Nick Talbot, Gravenhurst es uno de esos ilustres desconocidos que merecen bastante más atención de la que reciben. Como un Nick Drake que no hace ascos a la distorsión, Talbot aúna sensibilidad y ruido. Escuchen su voz acariciadora y esos arpegios de guitarra tan bellos como hirientes.

¡Ah! Y la letra, que tampoco tiene desperdicio:

I've walked every street in this city
I can't find a way out
beyond these walls
a clarion call
'find a way out'
I have burned every bridge in this city
trying to get to you
while you are waiting for me
by a copper-blue sea
i am fading away in this room

Buen fin de semana.

14.5.09

EL HORROR…


Ayer, mientras la mayoría de los mortales que habitan estos lares se dejaban hipnotizar por el balompié, unos 50 descastados tuvimos la ocasión de contemplar el horror de la mano de Peter Christopherson. Pasamos, sin solución de continuidad, del Eros al Thanatos. De la sonrisa mientras visionábamos actos sexuales olvidados en las pequeñas memorias de teléfonos móviles de segunda mano y recuperados por Christopherson para nuestro deleite voyeurístico a la consternación al contemplar los continuados esfuerzos para finalizar una decapitación, filmados en primer plano y proyectados en dos por tres metros. Tras el impacto, Christopherson incluso se permitió la broma de pasarnos un anuncio de uno de esos cuchillos corta-todo mientras destacaba la importancia de disponer de las herramientas apropiadas para hacer bien el trabajo. Buf.

El ex miembro de Coil, de Throbbing Gristle, videoartista, fotógrafo y coartífice de algunas de las portadas de discos más reconocidas de los años 70 y 80 (entre ellas, álbumes de Pink Floyd y Peter Gabriel), ejerció ayer de Kurtz bonachón, nos acompañó con una sonrisa amigable y nos trasladó al horror, no del Congo, pero sí de Tailandia. Cicerone de las pulsiones más primarias, creador de mantras que complementaban las imágenes, demiurgo del ruido generado por su theremin, Christopherson colocó un espejo para que nos viéramos a nosotros mismos. Y damos miedo.

Me pregunto sobre la moralidad de tres actores principales que nos llevan hasta el espectáculo de ayer. El primero, aquél que realizó el video de la decapitación y lo difundió. El segundo, el propio Christopherson que lo utiliza como materia prima para sus actuaciones. Y el tercero, nosotros, los espectadores, que observamos con una mezcla de repulsa y atracción esas imágenes que nos llevan a nuestros límites, a esa animalidad latente en nuestras acomodadas y occidentales vidas. ¿No seremos iguales que los turistas sexuales que se aprovechan de la miseria en esos países para satisfacer sus deseos, pero de manera incluso más retorcida? ¿No son aceptables este tipo de imágenes en un espectáculo pero sí en un reportaje periodístico? No tengo respuestas evidentes. Por eso sigo impresionado.

Buenos días.

13.5.09

TEATRO


"El mundo será mi teatro. Debo conquistarlo, o morir".

Las palabras son de Edgar Allan Poe. Las cita Peter Ackroyd en su biografía del genio “Poe, una vida truncada”, publicado por Edhasa.

Y Poe conquistó el mundo, y murió. Y murió antes de lo que le hubiera correspondido si su espíritu diletante e inseguro no le hubiera impulsado a los excesos. Pero a Poe, hijo de comediantes, no se le recuerda por su actuación en el escenario del mundo. Se le venera por su obra. En mi caso, los cuentos de Poe forman parte de mi crecimiento intelectual y emocional y fueron como el oscuro decorado donde me evadía en la adolescencia. No creo que sea difícil rastrear el origen de mis frecuentes incursiones en las reflexiones sobre la vida y la muerte si tienen en cuenta la importancia del escritor de Baltimore en mi imaginario.

Me ha hecho gracia encontrarme con la frase que inicia la entrada de hoy porque, quien más quien menos, solemos interpretar papeles ante nuestra audiencia. La cuestión es que aportemos parte de nuestro interior en la actuación, que seamos sinceros a pesar de las máscaras. El buen actor entrega su verdad aunque interprete. El malo, sólo lo que cree que la audiencia demanda. Y, al final, como le pasó a Poe, a pesar de la calidad en la actuación, lo que queda son las obras.

En la fotografía, Peaches, arlequín en su propio escenario. Le dedico la imagen a Xavier Mercadé. Él sabe por qué.

Buenos días.

12.5.09

LA INSOPORTABLE LEVEDAD DE HERBERT


Hace bastante tiempo que pienso que Herbert es el Almodóvar del pop. Es decir, uno de los creadores más sobrevalorados en su disciplina. En el caso del músico inglés, el argumento de venta que explota es insistir en cómo crea sus collages sonoros, más que en el resultado final. Me explico con un ejemplo: las notas de prensa que acompañan sus álbumes destacan que ha grabado los pasos en el Parlamento inglés de forma no autorizada —obsérvese cómo nos quieren vender transgresión— para incorporar su sonido en los temas del álbum como crítica a dicha institución. Y yo me pregunto, ¿estamos hablando de música o de efectos especiales? ¿lo que importa es el proceso o el resultado? ¿la forma o el fondo?

Pues yo me quedo con el fondo. Y lo que escuché en su actuación con una orquesta —qué complejo de inferioridad tienen algunos creadores electrónicos que necesitan de los instrumentos tradicionales para lograr el marchamo de artistas— es una plúmbea y anodina colección de números entre soul y funky que pueden hacer las delicias de cualquier hilo musical de hotel para ejecutivos. Nada más.

Tras las tres canciones de rigor para fotografiarle, huí del auditorio. Allí no había nada más que rascar.

Buenos días.

11.5.09

AUTORÍA


Una revista especializada en literatura, es decir cuya materia prima son los autores, publica una foto mía y no la acredita. No es sorprendente, cuando diarios que se dicen de referencia, como El País, también lo han hecho repetidamente sin el más mínimo atisbo de duda. Otros publican cualquier material que no les pertenezca bajo el epígrafe “Archivo”, como si lo hubiesen rescatado de algún polvoriento trastero y fuera imposible conocer el nombre de su autor, traspapelado en el limbo de los tiempos.

El corporativismo tiene esas cosas. Intenta minimizar lo que él no produzca, aunque no tenga reparos en nutrirse de ello. Pero el problema no se queda ahí. Un periodista musical responde ante un comentario sobre un disco, opinión que él interpreta como negativa con un “escuchar un disco no es como hacer fotos, como hacer ‘clic”. Evidentemente, le respondo que hacer fotos no se limita a ese ‘clic’.

Hay oficios respetados y otros que no lo son. Cuando empezaba la fotografía, los artesanos que trasteaban con las antiguas cámaras eran mirados como pequeños magos que inmortalizaban momentos. Líquidos, emulsiones, cuartos oscuros… Algo de magia había en todo ello, sin duda. Y las fotos. ¡Ah, las fotos! Vistas todavía hoy dan muchas de ellas sopas con hondas a la producción actual. Una magia que se ha evaporado.

No me lamento por la gloria perdida per se. Me lamento porque me parece injusto que se minusvalore de forma tan sistemática un oficio que implica una cierta forma de mirar, de ver —y explicar— el mundo. Vivimos en tiempos audiovisuales. La fotografía se ha democratizado todavía más, aunque —y me parece muy importante resaltarlo— no ha mejorado su nivel. Es decir, puede haber una base muy amplia de amantes de la fotografía, pero pocos son los que destacan entre ese piélago de imágenes mediocres que nos envuelve. Lo he dicho en otras ocasiones y en otros foros pero nadie parece querer escucharlo. El problema no es la democratización de la fotografía —que yo afirmo que ya existía en tiempos de la película, simplemente se ha acelerado— y que me parece estupenda. El drama estriba en que en muchos medios no exista esa figura, el editor gráfico, capaz de separar el grano de la paja. Y también he de reconocer que los fotógrafos somos parte de ese problema al ser los primeros que no nos tomamos a nosotros mismos en serio.

En la foto, los Keane, otros juguetes rotos. Un día, estrellas mundiales; el siguiente, monos de repetición que estiran la mano como intentando volver a alcanzar ese efímero momento de gloria.

Buenos días.

8.5.09

GARMONBOZIA


Llega el fin de semana, cuando días y noches se funden en una suspensión de la realidad. El fin de semana es la utopía, el reverso a la cotidianeidad, el momento de dejarse embotar por música, drogas, sexo y alcohol, elementos que acunan, que evaden y que ayudan a penetrar en esa otra realidad posible.

Lo que antes se llamaba música disco, la música de baile, electrónica, es un mantra. Actualmente se ha simplificado al máximo. No existe melodía, sólo beats, ruidos a intervalos regulares que permiten expresarse a nuestro cuerpo. Pierde su sentido fuera de la discoteca, esa gigantesca placenta que nos aturde con sus latidos.

Asistí a la actuación de Underworld en el festival SOS4.8. Y al ver las evoluciones de su cantante, con esa indescriptible chaqueta, convertido él mismo en bola de discoteca, no pude evitar pensar en la habitación roja de Twin Peaks y en el baile del enano.

—¡Quiero mi Garmonbozia!

Que ustedes se evadan bien.

Buen fin de semana.

7.5.09

ROÑA


Pete Doherty es una celebridad. Casi nadie atiende a su música, mientras esperan su último escándalo, principalmente relacionado con las drogas. Cuando sale al escenario, todos analizamos si se mantiene en pie, si sabe dónde está y qué está haciendo.

En el festival SOS4.8 apareció bastante lúcido al frente de sus Babyshambles. La roña acumulada en sus uñas daba testimonio de sus coqueteos con el lumpen. Es uno de esos detalles de los que uno se da cuenta cuando amplía una fotografía, y que, a primera vista, queda camuflado tras su aparente dandismo libertino.

En una de las fotos, Doherty me está mirando. Bueno, supongo que mira a esa cámara que le enfoca. No ve a la persona que hay detrás. Sus ojos, perdidos, como flotando en una nube de música, luces y gritos de los espectadores, y quién sabe qué más. Es curioso porque se da la misma situación a la inversa. Yo tampoco veo a la persona que hay detrás. Sólo la imagen pública. Quizás detrás haya sólo un niño desconcertado, un muñeco roto. Quizás no.

Buenos días.

6.5.09

EN LA CORTE DE LOS PRODIGIOS



Alienación de masas. Techno-fascismo. Aznar on acid.

De este modo define el periodista Miguel Martínez la música de Chemical Brothers.

Creo que tan certera acotación se puede aplicar totalmente a The Prodigy, a los que vi en el festival SOS4.8 de Murcia. En el primer minuto, aportaban energía, en el segundo, provocaban la risa, en el cuarto, empezabas a trocar la sonrisa por el miedo.

Escenografia totalitaria, devoción de las masas por el líder, gestos de sumisión constantemente repetidos…

Mucha historia rave, pero resulta que The Prodigy fue el único grupo del festival que hizo firmar un contrato a los fotógrafos. Mucha actitud punkie, pero desde el festival se nos advirtió de que fuéramos con cuidado con su personal de seguridad —sí, llevaban seguridad propia— porque no se andaban con chiquitas.

Sólo algunos elementos de reflexión para que analicemos qué nos venden y cómo lo digerimos.

Buenos días.

5.5.09

FLOTANDO EN EL ESPACIO


El álbum más conocido de Spiritualized se titula “Ladies and gentlemen, we are floating in space”. Con ese nombre, no es extraño que el líder de la formación, Jason Pierce, definiera su proceso creador como “tomar drogas para hacer música para tomar drogas”. Bueno, esta frase puede sugerir que la música sea algo accesorio en la vida de Pierce. No es así.

Su último largo, “Songs in A&E” vuelve a aportar ese sonido grandioso —casi grandilocuente— que es marca de la casa. Una fusión entre el ruido del rock y la capacidad curativa del gospel. Tras estar a punto de morir en 2005 por una neumonía, se vio a Pierce totalmente recuperado en su actuación en el festival SOS4.8, celebrado el pasado fin de semana en Murcia.

Ya estaba preparado para disfrutar de su música en directo, pero no para descubrir lo bien que traslada al escenario ese sonido apabullante de sus discos. Fue un muy agradable descubrimiento.

Les dejó con el single de presentación del álbum. En él se puede disfrutar de la canción, ver el exhibicionismo de Pierce con respecto a su estancia en el hospital y asimilar versos como el que cierra el tema:

“I’ve got a hurricane inside my veins and I want to stay forever”

Sean (y hagan) felices.

Buenos días.

TABLAS


Este largo fin de semana me metí entre pecho y espalda 1.200 km al volante para cubrir la actuación, dentro del festival SOS 4.8 en Murcia, de John Parish y Polly Jean Harvey. El concierto duró apenas una hora y no hubo bises. Y no los necesitó. Cuando durante una hora de actuación se mantiene la intensidad que mostraron ambos amigos y cómplices, así como los músicos que los escoltaban, no se necesita de más tiempo. John Parish es un músico creativo, inquieto y con una personalidad discreta. Parece a gusto en un segundo plano. Por el contrario, Polly Jean Harvey tiene esa osadía escénica de los grandes tímidos. Es pequeña, esmirriada. Pero cuando pisa el escenario, se hace el silencio. Domina a las masas con la facilidad del artista real, sin impostaciones.

El auditorio fue el escenario perfecto para degustar una absoluta delicatesse. Sonido cristalino, exhibición vocal de la Harvey y un público que pugnaba por levantarse de las butacas para moverse al ritmo de ese blues rock sucio y absorbente.

Bien pensado, 1.200 kilómetros parecen hasta pocos. Y más, con buena compañía. Pero esa es otra historia.

Buenos días.