31.1.11

EL SOPLO INFINITO


Colin Stetson, un saxofonista con pinta de leñador, se carga un inmenso saxo contrabajo y empieza a reproducir bucles minimalistas mientras se balancea al ritmo de las notas. Sin respiro, sin silencios, como si sus pulmones fueran infinitos. Acaba el tema totalmente congestionado y ataca un nuevo tour de force, otra vez sin descanso.

Todos los que estábamos esperando el concierto de Godspeed You! Black Emperor no nos podíamos imaginar lo que nos esperaba en los primeros minutos del espectáculo. Estas sorpresas son una de las más grandes recompensas cuando se cubren conciertos. He conocido a gente como Battles así, cuando se estaban fogueando, mucho antes de convertirse en tendencia.

Que no acabe la curiosidad. Que no acabe la inquietud. Uno de estos días, les hablaré del concierto que hicimos los Marina el pasado viernes. Pero esa es otra historia.

Les dejo un pellizco de un tema de ayer. Grabado con lo que se supone es una cámara de fotos, pero en estos tiempos líquidos ya nada es lo que parece. En este tema, Stetson utilizaba un saxo soprano, algo mucho más manejable.

¡Ah! ¡Casi se me olvidaba!. Esta noche los Seward, en la Jamboree, a las 9 de la noche, en las WTF Sessions. Yo, de ustedes, no me los perdería.

Buenos días.

24.1.11

ES SÓLO ROCK AND ROLL, PERO ME GUSTA


Es sólo fotografía, pero me gusta. Disfruto quedándome con pequeñas parcelas de tiempo, congelando aquello que fue y ya no es. El diario de mi vida está formado por imágenes. Confío mucho más en ellas que en mi memoria. Y, además, me emociona el proceso.

Pero también defiendo la viabilidad de la fotografía como oficio. La defiendo porque creo que quien consigue alguna imagen que es algo más que un recuerdo, que tiene validez por ella misma, merece poder vivir de sus creaciones. O, al menos, recibir una compensación justa por ellas.

Por eso estoy tan triste. Y cada vez más. Porque estoy asistiendo al fin de la fotografía como oficio y no sé qué se puede hacer. La dinámica explotadora de este neocapitalismo disfrazado de libertad y de independencia está acabando con la viabilidad de la fotografía. Y no seré yo quien defienda a SGAEs y similares, pero es que los poderosos, los dueños de las empresas editoras de diarios, son lo que se están aprovechando de la situación. Esa es la gran injusticia.

Los medios de comunicación, los damnificados de la crisis a raíz de la aparición de las nuevas tecnologías, son los primeros en sucumbir a la explotación de sus colaboradores. Pero esto no es lo peor.

Se está instaurando, cada vez más, la dinámica de la rapiña, el robo indiscriminado de imágenes como si fueran del dominio público, como si la persona que la ha realizado no tenga una serie de gastos que afrontar y, qué narices, como si su trabajo no tuviera ningún valor. Económico, se entiende, porque, desde el momento que se utiliza, está claro que un medio de comunicación ha valorado como válida esa imagen.

Este fin de semana, uno de los principales diarios que se editan en Catalunya, publicó una noticia sobre un concierto. No enviaron a ningún fotógrafo ni se pusieron en contacto con ninguno de los cubrían el acto (yo no estaba entre ellos, sé la historia porque me la han contado). ¿Para qué hacerlo? ¿Para qué tomarse esas molestias cuando puedes ir a flickr, robar una fotografía que tenga suficiente calidad, aunque sea de otro concierto, y publicarla? ¿Para qué pagar a alguien por su trabajo si lo puedes tener de gratis y basta con poner, en el pie de foto, “foto publicada en Flickr”? Sí, sí, tal como lo leen, así, reconociendo ellos mismos la rapiña.

Claro que si yo voy un día y cojo uno de sus diarios y me lo llevo sin abonar el euro y veinte céntimos que aparecen en su cabecera, me denunciarán por robo, ¿verdad?

Les dejo, de nuevo, con una foto de los Seward. Un año después de su fundación (ayer celebraron el aniversario) siguen sonando tan auténticos, vitales y diferentes como el primer día.

Buenos días.

8.1.11

FADO



Imaginad que llegáis a Lisboa y dejáis de lado una de sus arterias comerciales. Paralela a ella, seguís una pequeña calle, anclada en un tiempo cercano a principios del siglo XX. Imaginad que la seguís y os encontráis un restaurante de menú en el que comisteis hace 11 años. Y que sigue igual.

Imaginad que tras la opípara cena, vuestros pasos os dirigen hacia las callejuelas que trepan hacia las colinas. Que os encontráis un pequeño bar que pasaría desapercibido si no fuera exactamente lo que estáis buscando. Que decidís perderos en él y que os indican que hoy, precisamente hoy, es noche de fados. Que subís a un comedor oculto desde la calle y que sois los únicos extranjeros. Imaginad que veis desfilar ante vosotros a personas que vienen a cantar, a compartir y a discutir sobre los acordes que deben secuenciarse en cierta canción. Que os acogen como si formaseis parte de su grupo. Que pasáis horas en su compañía y os sentís como en casa.

No imaginéis. La vida, a veces, lo hace por vosotros.

Buenas noches.

3.1.11

BIENVENIDOS A LA ANTIFOTOGRAFÍA


El domingo fue día de visita a exposiciones, día de decepciones y de indignación. Indignación ante el inmenso espacio dedicado al antifotógrafo Bruno Serralongue, que seguro que tiene un gran predicamento entre las hordas de modernos gestores culturales, pero que muestra un trabajo ¿fotográfico? que no aguanta el más mínimo análisis crítico.

Me explico. Uno de sus proyectos consiste en fotografiar sitios que han sido noticia porque se ha producido un crimen en ellos. Plantifica su cámara de gran formato y capta una instantánea anodina hasta decir basta. No hay preocupación por el encuadre, no hay visión fotográfica. Un perfecto ejemplo de vacuidad. Un vacío serializado que ocupa grandes e inmaculadas salas del Palau de la Virreina, la muestra fehaciente de que, en nuestra sociedad del todo-vale, el medio es el mensaje. ¿Tus fotos no son lo suficientemente buenas? No hay problema. Busca una coartada argumental y amplíalas a proporciones mastodónticas para épater les bourgois. ¿Importa si usas una cámara de gran formato o cómo fotografías con ella? A quienes han comisionado la muestra, evidentemente lo primero.

Que un supuesto artista capte espacios que fueron noticia haciendo gala de una absoluta incapacidad visual —pero con una envidiable capacidad de creación de coartadas intelectuales— y consiga ser expuesto a lo grande mientras otros buenos fotógrafos son ignorados por la intelligentsia debería mover a la rebelión.

Otra serie de Serralongue muestra revueltas sociales desde una óptica ¿fotoperiodística? Como bien me hicieron notar, una fantástica ampliación, a metro y medio por metro y medio, muestra cómo el fotógrafo (sic) ha enfocado sin querer una mesa que aparecía en el encuadre y no al indígena que parecía captar su interés, que aparece en un esplendoroso desenfoque, inundado de bellísimos círculos de confusión que evidencian la incapacidad del artista (sic) para dominar sus herramientas. Sí, tu trabajo será una fantástica denuncia de las estrategias productivas de los medios de comunicación. Pero tú eres un antifotógrafo. Y no por vocación, ni por espíritu crítico, sino por incapacidad.

La exposición es gratuita. Es decir, la pagamos entre todos. Vergonzante.

Empezamos bien el año.

Buenos días, a pesar de todo.