13.5.09

TEATRO


"El mundo será mi teatro. Debo conquistarlo, o morir".

Las palabras son de Edgar Allan Poe. Las cita Peter Ackroyd en su biografía del genio “Poe, una vida truncada”, publicado por Edhasa.

Y Poe conquistó el mundo, y murió. Y murió antes de lo que le hubiera correspondido si su espíritu diletante e inseguro no le hubiera impulsado a los excesos. Pero a Poe, hijo de comediantes, no se le recuerda por su actuación en el escenario del mundo. Se le venera por su obra. En mi caso, los cuentos de Poe forman parte de mi crecimiento intelectual y emocional y fueron como el oscuro decorado donde me evadía en la adolescencia. No creo que sea difícil rastrear el origen de mis frecuentes incursiones en las reflexiones sobre la vida y la muerte si tienen en cuenta la importancia del escritor de Baltimore en mi imaginario.

Me ha hecho gracia encontrarme con la frase que inicia la entrada de hoy porque, quien más quien menos, solemos interpretar papeles ante nuestra audiencia. La cuestión es que aportemos parte de nuestro interior en la actuación, que seamos sinceros a pesar de las máscaras. El buen actor entrega su verdad aunque interprete. El malo, sólo lo que cree que la audiencia demanda. Y, al final, como le pasó a Poe, a pesar de la calidad en la actuación, lo que queda son las obras.

En la fotografía, Peaches, arlequín en su propio escenario. Le dedico la imagen a Xavier Mercadé. Él sabe por qué.

Buenos días.

No comments: