31.3.09

UTILITARISMO / INDIENAUTAS (2)


Seguramente también pasaba antes, pero los últimos tiempos tengo la sensación de que se da un mayor porcentaje de relaciones utilitaristas. Me refiero a aquéllas que se entablan para conseguir algún beneficio, por interés, y no por el hecho de compartir experiencias, conocimientos o amistades. En vez de dar, la clave está en extraer. Venga, caigamos en el tópico. Antes se decía que los norteamericanos suelen ser amigables y extrovertidos hasta conseguir lo que quieren. A partir de ahí, sólo ves su espalda. Pues bien, parece que el mundo virtual en el que vivimos ha seguido ese modelo.

Quien más quien menos ha tenido ese amigo especial de la adolescencia al que abrías tu corazón y que —presumiblemente— también te tenía a ti para hacerlo. Sé que el paso de la adolescencia a la adultez —para mi, la madurez es otra cosa— conlleva normalmente la pérdida de esas amistades que forman una parte tan importante de la vida de uno. Pero lo que no esperaba era que se sustituyeran en su mayor parte por relaciones interesadas.

No todo es negativo, sin embargo. Nuestro mundo virtual, en perpetuo cambio, te permite compartir intereses. Se podría decir que hay más posibilidades que antes de encontrar a otras personas que coinciden contigo en los gustos. A veces, esos intereses compartidos fructifican en algo más. Algunas veces incluso, en mucho más. La conclusión es que, a pesar de los tortazos, que los hay, el balance es netamente positivo. Por eso tengo claro que hay que seguir buscando.

Dejando las filosofadas y volviendo a la actualidad, en la fotografía, uno de los tres músicos que forman el combo 3mellizas. Con este nombre tan poco serio y haciendo post-rock: Estos chicos prometen. Su actuación formó parte del cartel de La Noche de los Indienautas, un minifestival organizado por Pin y Pon DJs que se celebró el pasado sábado. Un hurra por quienes se atreven a crear este tipo de actos.

Buenos días. Aunque sea martes y Barcelona amenace lluvia.

30.3.09

FALLARÁS, DE NUEVO / INDIENAUTAS


“Si ellos no saben verte, ¿qué es lo que vale la pena? ¿Qué piensas hacer? ¿Casarte, parir, trabajar para enriquecer a otro, aburrirte a pajas en el sillón de casa? Están podridos de prejuicios, eso es lo que les pasa, como científicos sin arte se dedican a clasificarnos a todos, a cazarnos, diseccionarnos, juzgar lo que creen ver y meterlo en el cajón correspondiente. Te han metido, pobrecita, en tu cajón. ¿Cuántas veces, pequeña, has tenido que apretar los puños y morderte los labios para no gritar ante la ineptitud de quien se dirige a ti?”

"Ya lo sé, ya sé que no eres una niña, ¿te crees que estoy ciega? Pero también eres una criatura. Esa piel inmaculada, esos ojos tersos, qué poco has vivido, querida, qué poquito has visto.”

Los dos párrafos anteriores pertenecen a la novela “Así murió el poeta Guadalupe”, de Cristina Fallarás” (Alianza Editorial, 2009). Hace una semana, cuando les relataba su presentación, decía que “Cristina Fallarás tiene esa mirada sabia de quien ha visto mucho. Un novelista debe mirar así”. Les aseguro que no había leído, ni tan siquiera ojeado, su libro cuando escribí eso. Imagínense la cara que se me quedó cuando llegué a los dos párrafos que he reproducido, que hablan sobre saber ver y cómo esa sabiduría se detecta en la mirada. Ayer, cuando estaba devorando su libro a dentelladas, tuve que parar un momento para asimilar la coincidencia. Fue una detención momentánea pues, como les decía, más que leer, mi mirada corría entre las páginas, ansiosa por llegar al final. Del final, hablaré después.

Pues bien, una vez acabada la obra, creo que es correcto que les explique mis impresiones. En pocas palabras, cómprenla. La historia, narrada como un soliloquio, presenta un lenguaje rico pero vivo. Mientras pasas las páginas oyes, más que lees, a la protagonista. Un gran mérito de la escritora, sin duda. Si he de poner un pero, diría que el final me ha dejado más bien frío. En él me pareció apreciar cómo el andamiaje de la obra se sobreponía a la emoción hasta hacerse evidente. Un pero menor, en todo caso, de una novela que se muerde con ansia, que te atrapa en su ambiente malsano y no te deja, que nos presenta un espejo para que nos veamos a nosotros mismos, ahítos, aburridos, domeñados, homo videns que miramos las pantallas en busca de las emociones que quizás no nos atrevemos a vivir. Hasta una aparente digresión, en medio de la novela, cobra todo su sentido al ver lo que hasta entonces no hemos visto. Narración de los abismos humanos, catálogo de perversiones, con “Así murió el poeta Guadalupe”, Fallarás ha creado su propio “El corazón de las tinieblas”. El problema es que nosotros somos Marlow.

En otro orden de cosas, este sábado fui a “La noche de los Indienautas”, una suerte de minifestival creado por Pin y Pon DJs. Qué maravilla ver que todavía hay gente que apuesta por dinamizar la escena cultural barcelonesa. Buena falta nos hace. Felicidades y gracias, chicos. En la foto, Silvia Coral durante su actuación.

Buenos días.

27.3.09

PREDICCIONES ERRADAS


Mea culpa. Ayer predije que en la manifestación de los estudiantes los policías volverían a repartir estopa y me equivoqué. Quizás no tuve en cuenta una variable bastante importante. Saura quería dejar en evidencia al director general de los Mossos, Rafael Olmos, para así poder anunciar su cese sin cargo de conciencia en su próxima comparecencia ante el Parlament y, al mismo tiempo, sacar pecho ante las críticas que ha recibido en los últimos días. Así visto, las agresiones a estudiantes y periodistas podría interpretarse como una encerrona al anterior responsable de los mossos que, al parecer, no era del agrado de Saura. Quizás sea una interpretación aviesa, pero de un pacifista reciclado en responsable de los cuerpos de seguridad se puede esperar cualquier cosa. Nunca dejará de sorprenderme la capacidad de adaptación de nuestra clase política. ¿Que se pone de moda la ecología? Ellos los primeros. ¿Que hay que arrear a los estudiantes para demostrar quién manda? Ellos los primeros, como en tiempos de los grises. Parece que Saura le está sacando gusto al regalo envenenado que le ofreció Montilla. En fin.

La fotografía está tomada el miércoles, cuando me topé con la asamblea de tarde en la facultad de geografía e historia. Me gustaría conocer que pensarían los estudiantes al descubrir a un hombre de mediana edad, vestido con traje y que los fotografiaba con una compacta. Visto desde el otro lado, la estampa tenía que ser cuanto menos mosqueante.

Lo que sí que puedo explicar son mis sentimientos. Escuché a algunos de los estudiantes que intervenían para proponer acciones. Algunas de ellas me gustaron y otras no. Propuestas constructivas, acompañadas de demagogia. Defensor acérrimo de la libertad individual como soy, aborrezco de la realidad que se esconde tras el eufemismo “piquetes informativos”. Sin embargo, defender una universidad gratuita forma parte de mis convicciones. Que la universidad se troque en empresa me desagrada, pero que sea conocida como “fábrica de parados” también me repugna. No es tan fácil como podría parecer a simple vista decantarse por una de las posturas. ¡Ay los grises! Y no me refiero a los cuerpos de seguridad.

Buen fin de semana.

26.3.09

BARCELONETA / EL DESTRIPADOR


Una de las recompensas de asistir a la presentación del nuevo libro de Cristina Fallarás fue la posibilidad de perderse por la Barceloneta durante el mediodía. Este barrio es una pequeña península urbana que se adentra en el mar, una retícula de calles que limitan bloques de pisos de estrechez casi imposible. La Barceloneta, asentada sobre la pequeña isla de Maians, es, en su personalidad, una isla, alejada de la metrópolis ultramoderna y superficial que la desprecia.

Pasear por sus calles es volver al pasado. Curioso ver cómo conviven diferentes tiempos en el mismo espacio. Entrar en uno de los bares populares para degustar tapas marinas te hace sentir como un explorador. Hay que volver más y aspirar el olor a salitre, fritura y humanidad. A verdad.

Ayer llegó a mis manos “El destripador”, de Robert Desnos, que encargué siguiendo los sabios consejos de /therockcat.

El breve y bellísimo libro, con ilustraciones de línea clara realizadas por David Sánchez, recopila una serie de artículos del poeta y periodista francés, integrante del grupo surrealista, en las que narra los asesinatos del famoso Jack. Más información aquí

La edición de la pequeña editorial Errata Naturae, es, por si misma, una obra de arte. Y me retrae a mi entrada sobre la importancia del envoltorio. Ya les contaré qué tal los artículos.

La vida de Desnos es uno de los ejemplos de íntimas tragedias que caracterizaron el siglo XX. Tras alistarse en el ejército francés durante la II Guerra Mundial, regresó a la París ocupada por los nazis y se dedicó a atacarlos mediante la palabra, publicando opúsculos bajos diversos pseudónimos. Una vez descubierto, fue enviado a varios campos de concentración. Desnos falleció tras su liberación por el ejército ruso, en junio de 1945, de enfermedad y agotamiento físico. En su honor reproduzco uno de sus poemas.

TANTO SOÑÉ CONTIGO

Tanto soñé contigo que pierdes tu realidad.
¿Todavía hay tiempo para alcanzar ese cuerpo vivo y besar
sobre esa boca el nacimiento de la voz que quiero?
Tanto soñé contigo que mis brazos habituados a cruzarse sobre
mi pecho cuando abrazan tu sombra, quizá ya no podrían
adaptarse al contorno de tu cuerpo.
Y frente a la existencia real de aquello que me obsesiona y
me gobierna desde hace días y años,
seguramente me transformaré en sombra.
Oh, balances sentimentales.
Tanto soñé contigo que seguramente ya no podré despertar.
Duermo de pie, con mi cuerpo que se ofrece a todas las
apariencias de la vida y del amor y tú, la única que cuenta
ahora para mí, más difícil me resultará tocar tu frente
y tus labios que los primeros labios y la primera frente
que encuentre.
Tanto soñé contigo, tanto caminé, hablé, me tendí al lado de
tu fantasma que ya no me resta sino ser fantasma entre
los fantasmas, y cien veces más sombra que la sombra que
siempre pasea alegremente por el cuadrante solar de tu vida.


La voz de Desnos, arrebatada de pasión, nos susurra ahora, en 2009, desde las sombras.

Buenos días.

25.3.09

MATT ELLIOTT / ESE BRILLO EN LOS OJOS


Matt Elliott presentó el sábado en Barcelona su último y espléndido Howling Songs. Ya se sabe que verlo actuar es como un descenso a los infiernos, hiriente e imborrable. Aulló, gritó, creó colchones sónicos como sólo él sabe, se equivocó y se maldijo por ello —como es habitual en sus actuaciones— y dejó a quienes lo veían por primera vez tan boquiabiertos como aparece él en la foto. En mi caso, lo he visto en varias ocasiones y el factor sorpresa ya no cuenta. Aun así, fue un gran concierto, intenso y lleno de dramatismo. El colofón habitual, The maid we messed, en la que troca el folk de resonancias eslavas por el drum’n bass más doloroso sonó como nunca. Les adjunto su tema Something about ghosts, de su último álbum, para que se hagan una idea de a qué suena su música. Vale la pena que lo escuchen entero, para que disfruten de sus cambios de ritmo.

Ayer finalizó un día no particularmente animoso con una cena en la que, a vuelo pluma, propuse una sesión de fotos. Y vi ese brillo en los ojos que justifica los esfuerzos, las horas robadas al sueño y las dificultades que provoca llevar a cabo algo así.

Ese brillo en los ojos no tiene precio.

Buenos días.

24.3.09

BÉLMEZ / DESAPARICIONES


Han llamado a su primer álbum Apariciones, como guiño a los impostados fenómenos paranormales que se registran en la localidad jienense. Bélmez son Jose Roselló a la batería; Marc Anglès al bajo y Jaime Pantaleón a la guitarra. Dos de las tres patas en las que se sustenta este proyecto, Roselló y Pantaleón, provienen de los tristemente desaparecidos 12twelve. Anglès tiene una dilatada experiencia como músico y director de videoclips.

Pantaleón ha dejado su imponente pedalera para tocar la guitarra casi sin efectos. Los brazos de Roselló siguen planeando entre los tambores y platos como si fueran ingrávidos. Es, sin duda, uno de los baterías más competentes de la escena nacional. La música es una suerte de slowcore, temas lentos y acres que pueden recordar a unos Slint, por ejemplo.

Durante el concierto, bromeaban sobre el tiempo que han tardado en editar su primer disco. Dos años, curiosamente el mismo tiempo que, tal y como les contaba ayer, tardó la novelista Cristina Fallarás en ver publicada su última novela. Parece que se hace progresivamente más difícil manufacturar productos culturales. Si hubiesen colgado su música en Internet, hace tiempo que estaría sonando, pero otra cosa es acometer los gastos iniciales para crear un producto.

Algunos de los músicos que he entrevistado me dicen que lo importante es la música, esté en vinilo, cd o en archivo mp3. Otros, en cambio, me destacan la importancia del producto manufacturado que la acoge —el diseño de las cubiertas, por ejemplo— para otorgarle un significado global. Yo me alineo con los segundos. No es lo mismo sostener las cubiertas desplegables de un vinilo y perderse entre las fotografías y las letras mientras escuchas la música que contentarse con una reproducción, a baja resolución, de la portada en la minúscula pantalla del ipod. Quizás estemos ante el camino que lleva del arte al entretenimiento.

Buenos días.

23.3.09

CRISTINA FALLARÁS


—¿Qué hombre degenerado ha escrito esto? Pues bien, ese hombre degenerado soy yo.

Cristina Fallarás relataba uno de los comentarios que ha suscitado su última novela, “Así murió el poeta Guadalupe”, publicada por Alianza en 2009, durante su presentación, el sábado, en la librería Negra y Criminal.

Dos años ha tardado en conseguir que su escrito vea la luz. Dos años porque las editoriales lo consideraban demasiado duro. “¡La vida es dura!”, argumentaba en su defensa. Se quejaba Cristina de que la novela negra “de pega” sí que tiene las puertas abiertas, pero no aquélla que relata con toda su crudeza los sustratos enfermos de nuestra sociedad. Lo que la mantiene en marcha pero no queremos ver.

Hace mucho tiempo que coincidí con ella en un diario de barrio, una redacción que sería el germen de una de las más conocidas revistas de tendencias. Allí me di cuenta de que ella era de las que cardan la lana. Y de que, precisamente por eso, nunca sería una de los popes de la modernez barcelonesa. Ni falta que le hace. Con tiempo y constancia ha publicado libros que son única y exclusivamente fruto de su trabajo, no de la apropiación de talentos ajenos bajo la promesa de entrar a formar parte de la intelligentsia local. Eso la honra.

Sus creaciones también. “No acaba la noche”, su anterior novela, radiografiaba la noche barcelonesa sin ahorrar detalles. Los integraba en la historia porque formaban parte de ella, no por la búsqueda del sensacionalismo. Los augurios sobre “Así murió el poeta Guadalupe” son, si cabe, mejores. El libro ya está en casa. Y tengo muchas ganas de leerlo.

Cristina Fallarás tiene esa mirada sabia de quien ha visto mucho. Un novelista debe mirar así.

Buenos días.

20.3.09

TELÓN


El telón cayó, para Natasha Richardson, de una manera inesperada, triste y ridícula, y en un día que, a priori, no tenía nada de especial. Muchos moriremos en un día que será, aparentemente para nosotros, sólo un día más. Después de habernos aburrido o tras disfrutar de la vida. Cada mañana nos levantamos y no podemos imaginar que quizá no volveremos a hacerlo, que desapareceremos en el transcurso de un día normal.

Tras enterarme de cómo se produjo su muerte, me pregunté si, al mismo tiempo que empezaba a notar que algo no iba bien en su cabeza, ofrecería esa expresión de estupor e incomprensión que me dejó fascinado en el desenlace de “El placer de los extraños”. En esta película, también una aparente escapada a Venecia de una pareja con sus intrascendentes miserias se convertía en algo mucho más preocupante y que modificaría sus existencias de forma irremediable.

Hablo de Natasha Richardson porque es una celebridad, pero es sólo un gancho para hablar de nosotros, de cualquiera de nosotros. Mirémonos al espejo por la mañana y digámosle adiós al reflejo que nos mira. Por si acaso. Para valorar lo que tenemos.

El telón cayó para Natasha Richardson. Yo bajo la persiana hasta el lunes.

O no.

Buenos días.

PD: Una discográfica ha empezado a editar una recopilación de músicas seleccionadas para acompañar el propio funeral. Imagínese que le preguntan, ¿cuál considera que es la música que tendría que sonar durante su cortejo fúnebre, con qué tonada se despediría de sus seres queridos? ¿Morboso? Quizás, pero también no deja de ser una forma de definirse, y de aceptar que la vida continúa tras uno.

En mi caso, seguramente cambie de opinión en unos pocos días, pero, actualmente, me decantaría por este tema del compositor islandés Jóhann Jóhannsson.

Una de las piezas de su álbum Fordlandia, que narra musicalmente el fracaso de un proyecto de Ford para construir una planta de neumáticos en Sudamérica. Todas nuestras vidas acaban en fracaso. Lo importante es contar las escaramuzas que se han saldado con éxito. Y, a ser posible, que sean cuantiosas.

19.3.09

PERSONA


Boquiabierto me quedé al encontrarme, pintado con esténcil, uno de los fotogramas más reconocibles de Persona, la película de Ingmar Bergman. Si las viejas paredes de esta ciudad reservan sorpresas como esta, no todo está perdido.

Entre muchas otras cosas, Persona trata sobre el dominio psicológico. No hablo aquí de hipnosis ni nada parecido. Me refiero a esas extrañas simbiosis que se dan cuando alguien ejerce un control sobre la voluntad de otra persona que, en primer lugar, se ha dejado vencer. Ahí —en la persona que se entrega— radica el quid de la cuestión. Normalmente se culpabiliza de la enfermiza relación sólo al vampiro psicológico cuando siempre necesita de alguien que le ofrezca su cuello. De alguien que entrega su independencia para convertirse en parte indivisible de su amado. O para creer serlo. No deja de ser un objeto, un material del que se nutre la autoestima del vampiro.

Me fascinan estas relaciones, esos vínculos dañinos, a los que los humanos somos tan propensos. En el fondo, lo que subyace es que muchas de nuestras decisiones, de nuestras actitudes, tienen un componente mucho mayor de irracionalidad de lo que nos gustaría. La mayor ilusión colectiva que nos hemos creado como especie es creer que somos racionales. Racionalizamos, a posteriori, nuestras acciones cuando la mayoría de ellas tienen un origen absolutamente ilógico, incluso patológico.

Puede que prefiramos que nos hagan daño porque así al menos hay algo previsible en nuestras vidas. Quizá lo que no soportamos es la incertidumbre.

¿Se acuerdan de lo que comenté ayer sobre las miradas? Hoy tienen en la imagen un nuevo ejemplo.

Buenos días.

18.3.09

LA PRIMERA VEZ


Cuando conoces a una persona por primera vez todas las rutas están por hollar y cualquier cosa es posible. Las palabras trazan itinerarios y cierran otros, y poco a poco se va limitando el campo de acción. Se podría afirmar que se categorizan los temas comunes, los intereses que coinciden y los que se descartan de común acuerdo.

La primera vez que conoces a una persona se siente el comezón de la incertidumbre, la emoción por el descubrimiento. Es como arribar a un nuevo puerto y observar, con las pupilas dilatadas, el paisaje que te rodea.

La primera vez permite vislumbrar nuevos caminos, actualizar tus conocimientos y adaptarte al nuevo entorno que tú mismo has buscado. La realidad es multifacética, compleja y contradictoria. Conocer es ir apartando capas, como en la cebolla, y descubrir nuevas mundos bajo su aparentemente unívoca superficie.

Quizás envejecer sea la desaparición paulatina de esas primeras veces. La sedimentación de lo ya conocido y la incapacidad de abrir nuevos caminos. Por mi parte, tengo la intención de seguir mirando a mi alrededor para aprehender todo aquello que pueda. Para seguir mirando, como el hombre de la foto, con esa intensa curiosidad. Por lo menos, mientras mis ojos lo permitan.

Por cierto, repasando las fotografías que hice durante el domingo, he descubierto que la mayoría muestran miradas. Y lo que más me sorprende es que no fuera consciente de ello mientras las tomaba.

Buenos días.

17.3.09

TURISTAS


El domingo por la mañana di un paseo por el Chino. Sí, para mi siempre será el Chino, aunque ahora lo hayan rebautizado como Raval, que queda como más sostenible.

Decía que me pasee por el Chino y también caminé un rato por Las Ramblas. Si siempre ha sido la hipérbole de la especie humana, el domingo viví la apoteosis del turista aborregado. Hasta el Cosmos, hasta hace poco sinónimo de canalleo, estaba tomado por una armada de ingleses borrachos, a las 11 de la mañana, con pintas en las manos y todos vestidos de la misma guisa. El horror.

Huí de la marabunta y me refugié en las callejuelas adyacentes al carrer Ample. Un remanso de paz. Y de autenticidad. Seguí subiendo, obviando las principales rutas “autorizadas” por las guías. Las fotos que verán estos días —al igual que la de ayer— son el resultado de este pequeño safari.

Les dejo una imagen de un pequeño, sorprendido ante las estatuas humanas de Las Ramblas, otro de los iconos que se ha degradado. Del arte de la inmovilidad al faraonismo efímero del cartón piedra.

Para recuperar la calma que sentí al perderme por las callejuelas un domingo por la mañana, una acariciadora melodía de Arto Lindsay. Que ustedes la disfruten, aunque sea martes.

Buenos días.

16.3.09

EL SELLO DEL PSICÓPATA


A estas horas está comenzando el juicio a Josef Fritzl, el jubilado austriaco que retuvo durante años y violó continuamente a su propia hija. Los cargos a los que se enfrenta Fritzl son asesinato, esclavitud, violación, privación de libertad, coacción e incesto. El caso ha tenido una gran repercusión internacional y a buen seguro que veremos hasta la saciedad informaciones que nos contarán hasta la última coma de sus vicisitudes, así que no me voy a alargar más e iré a donde quiero llegar.

La opinión pública se solaza con casos como el anterior porque nos gusta anatemizar al monstruo. Poder señalar con el dedo al psicópata nos sitúa, automáticamente, en el lugar de los buenos. Todavía me acuerdo de la polémica que se generó en el estreno de la película “El hundimiento”, que relataba los últimos días de Hitler. Según sus críticos, se presentaba al “monstruo” de forma “demasiado humana”. Siempre me hizo sonreír ese comentario, tan ingenuo que debería haber avergonzado a quienes lo pronunciaron. Los psicópatas no llevan un estigma en la cara que los diferencie. Aparentemente, son como nosotros. Y son humanos, sin duda, aunque no sean buenos para sus congéneres. La solución no estriba en categorizarlos, estigmatizarlos y respirar tranquilos, sino en descubrirlos.

Al psicópata no se le descubre porque suelte espumarajos por la boca sino por cómo trata a sus semejantes, sobre todo, en una situación de poder, ya sea esta situación fruto de un secuestro —en el caso de Fritzl— o del escalafón que ostenta dentro del sistema. Este fin de semana he leído cómo las conductas de Madoff —ese gran estafador de guante blanco— son totalmente asumibles a las de un psicópata. Narcisismo, capacidad de seducción, amoralidad y cosificación del otro son algunas de sus características. También acostumbra a tener una relación de competitividad no superada con su padre.

Lo que más me fascina es la cosificación del otro. Tratar a un semejante como un objeto al que mover en la dirección que el psicópata quiere, sin ninguna empatía hacia él, sin ninguna duda a la hora de hacerle daño si eso satisface los intereses del psicópata.

Les contaré un pensamiento que me asalta a menudo. Cuando trato con una persona, pienso cómo se comportaría en caso de que tuviera un poder absoluto y que nadie le hiciera rendir cuentas de sus acciones. Pienso en casos extremos, por ejemplo en una guerra, o si estuviera al cargo de un campo de concentración. ¿Renunciaría a su puesto? ¿Continuaría al cargo pero intentando insuflar algo de humanidad en un sistema enfermo? ¿O disfrutaría de su poder para destruir personas e incrementar la dosis de inhumanidad que ya existía?

Nuestra sociedad apoya al psicópata. Esos valores de competitividad, utilitarismo del otro y amoralidad son la base del sistema capitalista. Nuestra sociedad es psicópata. Pero siempre podremos señalar con el dedo a Josef Fritzl.

Buenos días.

13.3.09

01.42. EL OTRO LADO DEL ESPEJO


De vuelta de una pequeña escaramuza nocturna. Una ocasión para reencontrarme con compañeros circunstanciales de trabajo que han dejado buen sabor de boca. Y que lo retroalimentan al reencontrarnos. Tras intentar que la noche acalle los demonios, vuelta a casa. El nuevo espejo de la portería te mira. Y te ofrece tu reflejo. Clic.

Fotolog está lleno de autorretratos. Incluso se ha instaurado un cierto estilo, un amaneramiento, unas formas propias. Angulaciones expresionistas, picados para mostrar las curvas del cuerpo y ampliar los rasgos de la cara, al estilo de los mangas. ¿Fatuidad? ¿Autoafirmación? ¿Narcisismo? Para mí, el espejo es una interrogación. Me miro, veo mi reflejo y cuestiono quién soy. Alguien que se supone soy yo me mira desde la superficie bruñida. Acostumbrado a percibir todo desde dentro, desdoblarse puede, quizás, explicar esa mirada de atoramiento que muchos mostramos cuando nos vemos desde fuera, desdoblados.

Ese era yo esta noche, cerca de las 2 de la madrugada. Ahora me tocará estar al otro lado del espejo, hasta la tarde.

¿Quién soy yo?

Buen fin de semana.

12.3.09

CONFRONTACIÓN


La abundancia de información tiene estas cosas. Los políticos hablan tanto y en tantos medios que muchas de sus afirmaciones pueden quedar anegadas bajo el cúmulo de datos. Concretamente, este fin de semana un ministro de nuestro Gobierno aparentemente progresista era entrevistado y soltaba lindezas como la presente:

Somos tan capaces de todo como ellas. Podría rematarlo diciendo “incluso más”, pero me quedaré ahí”.

¿Ofensivo, vergonzante, retrogrado, machista? Pueden aplicar el epíteto que consideren, todos serían adecuados.

La cuestión es que esas palabras no las profirió un ministro, sino una ministra, concretamente Carme Chacón, por supuesto, cambiando los sexos de la sentencia. Pero el argumento de fondo es el mismo. Ellas contra ellos o ellos contra ellas. La sempiterna guerra de sexos. Reproduzco a continuación la frase:

¿Qué mensaje dirigiría a las mujeres de este país?
Un mensaje muy sencillo: somos tan capaces de todo como ellos. Podría rematarlo diciendo "incluso más", pero me quedaré ahí.

(Suplemento de La Vanguardia, domingo 8 de marzo)

En boca de una mujer, lo que antes podía parecer retrógrado será ahora visto como políticamente correcto, y hasta provocará una sonrisa, cuando, a mi parecer, es igual de falaz y hurta de lleno el fondo del problema. Y lo hace por un puñado de votos, como suele pasar en los políticos.

¿Y cuál es el tema de fondo? La igualdad de oportunidades. ¿Se da efectivamente en nuestro país? Evidentemente no. ¿Las mujeres tienen más dificultades para que se valoren sus méritos profesionales y trabajar en las mismas condiciones que los hombres? Evidentemente sí. ¿Es injusto? Por supuesto, vamos, son verdades innegables. Pues lo que debemos hacer es luchar contra esa situación y no perder el tiempo con estupideces como buscar diferencias para saber qué sexo es más capaz, inteligente, sensible o creativo, así en general. Y eso es una idiotez porque, en ambos sexos, hay gente capaz e ineptos, inteligentes y retrasados, sensibles y plantas, creativos o nulidades.

Basta ya de confrontar sexos. Valoremos a una persona por lo que es y no por lo que tiene bajo sus faldas o pantalones.

En la imagen de hoy, otra suerte de mêlée, de la que, como supondrán, me muestro bastante más partidario. Invasión de escenario por parte de mujeres en el concierto de Mujeres, conjunto curiosamente formado sólo por hombres.

Buenos días.

11.3.09

FELICIDAD


Tengo un deje ciclotímico. A veces me parece que el universo conspira a mi favor y otras, en contra. O lo que es lo mismo, mi egocentrismo me hace pensar que todo gira a mi alrededor, cosa evidentemente falsa, pero que me gustaría creer.

Con los años, he conseguido atemperar esa tendencia y sé que el origen de la melancolía no es externo sino interno. Ya saben, la consabida frase de “no es lo que te pasa, sino cómo te afecta”. Por ello, me he acostumbrado a convivir con la tristeza hasta que decide abandonarme por unos días. Somos viejos compañeros, así que nos conocemos y nos aceptamos.

Esta mañana, antes de ir a trabajar, he ejercitado mis músculos en el gimnasio. Y debe de funcionar eso de la liberación de endorfinas, porque he llegado a mi empresa con algo más de animación. Un poco mirando a la tristeza de tú a tú, como retándola. Veremos.

Todos estos pensamientos sobre los estados de ánimo que he escupido me han venido a la cabeza al mirar la fotografía que incluyo hoy. Ese estado de arrobo, de felicidad absoluta, de relajación y dejadez ante la satisfacción que ofrece lo que se está viviendo… quizás sea sólo patrimonio de los jóvenes. O no. Pero, por lo menos, tengo la oportunidad de verlo, de vivirlo aunque sea de forma vicaria. Fútil consuelo pensarán algunos. A mi ya me sirve.

Buenos días.

10.3.09

AVENTURA


Dicen que algunos de los ex combatientes de la Segunda Guerra Mundial se lamentaban años después de que hubiera acabado. Echaban de menos la emoción de las batallas, vivir al día. Como sobrevivieron, no les importaba excesivamente el riesgo de morir de cualquier modo, o quedar convertidos en un guiñapo para el resto de sus días. La descarga de adrenalina, la emoción eran tan grandes que estaban dispuestos a correr el riesgo. Todo se vivía más intensamente.

Algo parecido diría que pasa con las drogas. Esa sensación de riesgo, a la par que la deformación de los sentidos que generan, hace que se viva más intensamente. En una sociedad aparentemente segura y confortable, el viejo animal que habita bajo nuestras carnes busca reencontrarse con las sensaciones del cazador que puede ser depredado.

Hoy, otra de las fotografías captadas en las primeras filas durante el concierto de Mujeres.

Buenos días.

9.3.09

GENERACIONES


Concierto del grupo Mujeres en La2 de Apolo y desenfreno general entre las primeras filas. No estaba allí cubriendo la actuación, simplemente disfrutaba de una salida nocturna con unos amigos. Y, acodado en primera fila, como suele ser mi costumbre, constaté que el espectáculo no estaba en el escenario —a pesar de los esfuerzos del grupo— sino entre el respetable, cuyos comportamientos a esas horas suelen ser cualquier cosa excepto el susodicho epíteto.

Disfruté de su espontaneidad, del sentimiento generalizado de fiesta anárquica y plural, de la proximidad entre los músicos y los espectadores, que rompieron cualquier distancia al invadir el escenario y ser héroes sólo por un día.

Y mientras fotografiaba sus bailes frenéticos, percibía esa separación, esa barrera generacional que se da entre veinteañeros —ellos— que sólo han vivido una sociedad moderna, interconectada y occidental, y los que se acercan a los cuarenta —yo— hijos de los últimos coletazos de un estado fascista y autárquico. Apretaba el disparador con admiración, envidia y hasta diría que con cierta rabia.

Buenos días.

6.3.09

LO QUE SOMOS (Y LO QUE QUERRÍAMOS CREER)


Esperaba en medio de la calle, estirado cuan largo era. Sus ojos, apenas visibles entre el pelaje, brillaban por la tristeza. Ni se inmutó cuando me acerqué para fotografiarlo. Sólo miraba fijamente al interior del colmado, donde sus dueños se habían olvidado momentáneamente de él mientras compraban comida.

Tras unos breves minutos en los que se me partía el corazón viendo su tristeza, seguí mi camino. Me consolé pensando en que quizás al mismo tiempo que le estaba dando la espalda, sus dueños podían estar saliendo del comercio y él escenificaría la consabida ceremonia de la alegría: el salto para ponerse en pie y ese oscilar acelerado de la cola que afirma su felicidad.

Recuerdo haber leído que los perros que ejercen de mascotas pretenden ser los dueños de la familia. Por eso tienden a desobedecer, a querer imponer sus decisiones. Pensaba, mientras caminaba, que los perros querrían creer que son los amos, pero saben que es una vana ilusión. De otro modo no se entiende esa tristeza enorme y, a pesar de ella, esa inmovilidad obediente. Hay una disociación entre lo que quisieran creer y lo que se saben.

Esta tensión aumenta, todavía más, en los fatuos reinos de la creación, en los que se da una especial querencia por demostrarnos lo importantes que somos. Son los reinos de la inestabilidad, de la superficialidad y, muchas veces, de la huída hacia delante. Cuántas veces he asistido a afirmaciones categóricas que intentan enmascarar ese miedo que domina al autor, que quizás se sabe menos creador de lo que aparenta. ¿Se acuerdan de aquella película en la que Robert Redford era un candidato presidencial prefabricado y, a pesar de su nimiedad, ganaba las elecciones? Si mi memoria no me falla, la película finalizaba con un “¿Y ahora qué hago?”.

Por mi parte, esperaré a que ustedes aparezcan por esta página para así poder escenificar la consabida ceremonia de la alegría.

Buen fin de semana.

5.3.09

LA VIDA


Cuando uno ama la vida, no lee. Ni tampoco va mucho al cine. Digan lo que digan, el acceso al universo artístico queda más o menos reservado a los que están un poco hasta el gorro".

Michel Houellebecq. "H.P. Lovecraft. Contra el mundo, contra la vida". Editorial Siruela.

Me atrae mucho Houellebecq. Es el perfecto cronista de la decadencia occidental. Sus pensamientos hiperbólicos, escritos con la sana intención de provocar, contienen mucha verdad a pesar del cristal deformante que aplica. Houellebecq es el clásico ejemplo de tímido exhibicionista. Por eso me siento muy conectado a él. Por otro lado, el oscuro Lovecraft, a menudo considerado un escritor menor, ha marcado muchas horas de mi vida, sobre todo en el tránsito de la adolescencia a la vida adulta.

En muchas ocasiones he detectado lo que podríamos llamar afinidades electivas. Hay un cúmulo de escritores, pintores, músicos o fotógrafos cuyos universos están entrelazados y que coinciden en las preferencias de otras personas. Si compartes con un amigo la apreciación por David Lynch, por ejemplo, es muy probable que Bacon resulte interesante a los dos.

Ayer por la tarde entré en la librería Gilgamesh (¡qué gran nombre!). En los rótulos de su entrada incluye el siguiente lema: “Vicio y subcultura”. Una librería que se defina de tal guisa me tiene ganado ya de antemano. Pues bien, esto que puede parecer una digresión, viene al caso porque encontré un ejemplar de un pequeño ensayo de Houellebecq, dedicado a Lovecraft, que, tras la sorpresa inicial, compré presuroso. De sus primeras páginas he extraído la cita que encabeza mi entrada de hoy.

En la cama, antes de dormir, empecé a leerlo. Y no podía parar. La tesis de Houellebecq es que Lovecraft, un inadaptado, odiaba la vida. Por eso huía a esos mundos horribles que creaba; traslaciones, a través de un cristal deformante, de la triste vida que vivía. Houellebecq va más lejos, como se lee en la cita que extraigo. Afirma que los artistas, o los amantes del arte, huyen de la vida, o son incapaces de vivirla, y por eso buscan sustitutos. El arte como sustituto de la vida.

Al leerlo, recordé cuántas veces, al acercar el visor a mi ojo, tenía la sensación de separarme de mi entorno. De cuántas veces, al estar con amigos, me costaba fotografiar lo que compartíamos, porque lo estábamos viviendo. La cámara como muro, la fotografía como aislante.

Houellebecq reproducía frases escritas por Lovecraft. Entre ellas una que decía algo similar a “la vida adulta es un infierno”. Me quede boquiabierto. Poco antes, Joho había escrito en este blog una entrada sobre fotografía —que transcribo aquí por su belleza— y que parece dialogar con Lovecraft:

Pero, ¿y lo bien que nos lo pasamos? Eso es algo que la gente no imagina, pero que intuye y envidia en realidad: una profesión que exige una fantasía eterna y juguetes para hacerla realidad... una profesión que no es más que la prolongación técnica de nuestra infancia. Somos afortunados, aunque nos quejemos de vicio”.

Lo dicho. Afinidades electivas. Aunque a veces las desconozcamos.

Salía de la librería Gilgamesh feliz poseedor del ensayo, y un charco me cerró el paso. Cualquier otra persona lo habría esquivado y seguido su camino. Yo preparé la cámara, me deleité con el reflejo del árbol en el agua estancada y esperé.

Mientras, la vida pasaba a mi alrededor.

Buenos días.

4.3.09

LA IRRACIONALIDAD DE LAS SESIONES


Una sesión de fotos es desquiciada, desproporcionada. Los preparativos que se deben llevar a cabo, los trastos que hay que acarrear, el tiempo que se dedica con anticipación… todo eso se evapora en breves instantes, el tiempo de captar la acumulación de todos esos esfuerzos, el imperceptible lapso de un click. Y la atención de todos se focaliza en ese fugaz instante. No es de extrañar que sea esta profesión terreno abonado al consumo de substancias que aceleren la actividad psicomotora. Hay mucha energía que quemar, muchos nervios que controlar, muchos detalles que pueden no funcionar en un momento en que quizás ya es tarde para encontrar alternativas.

Mientras el fotógrafo dirige y selecciona los puntos de vista, todas las personas que han colaborado en la creación del escenario observan. Su misión es detectar cualquiera de estos elementos que resten en el conjunto. En la fotografía, Mery, tras haber maquillado, observa atentamente la escena para ver si un pelo o un detalle interfieren en su trabajo.

Y, finalmente, parte de esa irracionalidad de la que hablaba se da una vez acabada la sesión. La satisfacción que se siente al haber puesto un grano de arena en el resultado final es, también, totalmente ilógica. Se entra, de lleno, en el terreno de los sentimientos, de la afectividad. Trabajo extremo éste, oigan. Trabajo apasionante.

Buenos días.

3.3.09

PEQUEÑAS ALEGRÍAS INESPERADAS


Ayer recogí el último ejemplar de la revista para la que colaboro y me llevé una pequeña gran alegría. La portada de septiembre, en la que aparecía mi fotografía de El Guincho que reproduzco aquí hoy, ha sido elegida por los lectores la cuarta mejor portada del año. Antes de ella, un dibujo de Tom Waits realizado por Joaquín Reyes y dos fotografías (de Scarlett Johansonn y Portishead), de origen promocional. Lo gracioso del caso es que el artículo dedicado a El Guincho en ese mismo número es el sexto en el listado de “lo peor aparecido en la revista” y El Guincho es el décimo personaje “más odiado”, también según los lectores. ¿Debo inferir de todo ello que gusta la fotografía a pesar de la valoración que algunos lectores tienen del protagonista? ¿O debo suponer que si existiera la categoría “peor portada del año” la mía sería la primera de la lista? No lo sé, pero lo que sí sé, según los datos, es que la portada publicada ha gustado, por lo menos, a los suficientes lectores como para moverles a votar para que consiga ese cuarto puesto. No está nada mal.

Todos los retratos tienen su intrahistoria. Y más, si se salen del típico “aquí te pillo aquí te mato” que las prisas promocionales y el miedo del artista al objetivo de la cámara suelen propiciar. Pero a nadie interesan esas sordas batallas por conseguir algo diferente. Lo que importa es el resultado final. Y, una vez publicado, queda —como debe ser— a merced del público, que otorga su veredicto. No nos engañemos, todos queremos la aprobación pública, somos animales sociales. Yo también. Si realizamos una fotografía “diferente” y estamos satisfechos de ella, deseamos que guste. Y tanto en la gestación para su publicación como tras ella recibió algunas críticas, a mi entender, siempre externas a la fotografía en sí. Ahora es el momento de agradecer a Pablo Díaz-Reixa —El Guincho— y a la dirección de la revista su apuesta por mi idea inicial y la defensa de su publicación. Al final, valió la pena.

Disculpen la ración de egotrip de hoy. Desearía que la perorata haya servido, cuanto menos, para que puedan hacerse una idea de las historias que rodean a algo tan aparentemente inocente como una fotografía. Este trabajo se asemeja mucho a una montaña rusa. Y, a veces, a una ruleta rusa. Pero es parte de su encanto, sin duda.

Buenos días.

2.3.09

SESIÓN CONTINUA


Fin de semana dual, dividido entre la colaboración en una sesión de fotos y el visionado compulsivo de capítulos de Los Soprano.

Tras un sábado intenso, con sesión desde las 9 de la mañana a las 6 de la tarde sin descanso ni siquiera para comer, llegó el turno del reposo del guerrero, el domingo. Un día para rehacerse, dedicado al visionado de esa tragicomedia moderna que es la serie Los Soprano. Como la mejor película de gángsteres, pero de 200 horas de duración, o así.

Desde hace años se relacionan las intrigas del mundo de la Mafia con las obras de Shakespeare. No me extraña. En ambos casos, las miserias humanas se muestran descarnadas, con toda su violencia, y las vivencias, escaramuzas y reflexiones que se dan en esos pequeños mundos empozoñados pueden extrapolarse a nuestro día a día.

Curiosamente, mientras estaba dominado por Tony Soprano y sus lugartenientes, cayó en mis manos una entrevista en la que se reproducían unos versos de El Rey Lear que decían así:

"Soplad vientos
que estalle vuestro rostro
"

Shakespeare está vivo. Y sigue siendo alimento para nuestros espíritus y fuente de conocimiento. Sólo espero no ser como Lear y saber distinguir a tiempo entre Cordelias y Goneriles.

En la foto, una ventana de luz ilumina unas ramas muertas.

Buenos días.