18.12.17

Hay algo horrible en el último episodio de Twin Peaks


-->Quien haya visto el último episodio de Twin Peaks recordará que hay un momento en el que Cooper aparece perdido, impotente, incapaz de entender qué representa él en la historia circular en la que se encuentra.
Hasta ese momento,  todos aquellos cuya adolescencia fue atravesada por la temporada original observábamos las vicisitudes del agente especial desde el exterior, como el espectador no omnisciente –eso es imposible con Frost y Lynch–, pero sí situado en una zona de confort, en una realidad diferente. Estudiábamos a los actores envejecidos con esa superioridad del crítico, sonriendo ante las referencias y valorando el grado de su decadencia un cuarto de siglo después.

El último episodio desmantela todas las certidumbres. Porque descubres que, más allá de los giros argumentales y de la resolución o no de los enigmas, Lynch te muestra, en la decadencia, incertidumbre e incapacidad de Cooper, tu propio fracaso.

Un cuarto de siglo después no hay héroes ni certezas. Quizás, la única, que todos seguiremos arrastrándonos por este mundo cruel e incomprensible atónitos hasta que nuestra naturaleza se rinda y desaparezcamos, más viejos pero no más sabios. Eso es todo. Y lo único que nos queda es el miedo de dejarse llevar.