
Thalia Zedek, entrando en el minúsculo escenario de la sala Sidecar, ayer noche, con vinilos y cds en sus manos. La suerte no la acompañó. Problemas de conexión con el amplificador la estuvieron martirizando intermitentemente durante su actuación. Quizás por ello no acabara de encontrarse cómoda y no fue tan intensa como otras veces que le recuerdo. Aun así, valió más que la pena trasnochar para escucharlos, a ella y a su grupo. Porque una noche correcta de la banda de Thalia es una gran noche.
Thalia y sus productos manufacturados, que extendió sobre el suelo del escenario tras finalizar el concierto. Arte encapsulado. Una forma de incrementar levemente los ingresos de la actuación. Porque difícil es la vida de los trovadores.
Thalia y sus ojos implorantes. Siempre me han fascinado. Ojos de quien ha visto mucho, de alguien dolido con el mundo pero que sigue luchando, porque la vida no es más que eso.
Esta noche tendremos otra trovadora destacable. Jill Tracy, en La2 de Apolo. Si se acercan, podrán ver unas gafas negras de pasta balanceándose al ritmo de sus acordes al piano. Balanceémonos porque el mundo sigue dando vueltas y nosotros en él.
Buen fin de semana.