
Todos los festivales tienen sus pifias. Bien aquellos artistas que no aportan lo que se espera de ellos, bien aquellos cuya programación es un misterio porque es evidente que no tienen nada relevante que aportar. El Primavera Sound es, para mí, el mejor festival de música rock y pop que se hace en este país. Pero eso no le libra de que, cada año, se cuelen algunos pufos que la guía de la modernez nos quiere hacer pasar como los próximos bombazos. Confeccionar listas es convertirse en dios, en demiurgo, pensar que la opinión de uno puede tener algún valor. Disculparán pues el acto de osadía y pretenciosidad, pero permítanme asirme a la circunstancia de que absolutamente todos los que estábamos en el festival confeccionamos la nuestra, hagámosla pública o no. Intentaré dar una pequeña explicación de por qué califico a los artistas, ya sea positiva o negativamente. Queda claro que sólo opino de las actuaciones que presencié. Y no pude ver todo el cartel.
Los esenciales:Joe Henry: Por ser elegancia convertida en música, por ofrecer un directo lleno de matices, especial, mágico. Porque no inventa nada pero lo reinventa todo.
My Bloody Valentine: Por rompernos los tímpanos (y de paso, el equipo de sonido de la organización), con su ruido bello, totalmente vigente. Por convertir la música en algo físico, que te noquea (y no exagero).
Neil Young: Por realizar un concierto lleno de vitalidad y detalles y dejar en evidencia a muchos de los veinteañeros que pretenden comerse el mundo con pose, no con música.
The Bad Plus: Porque nunca la fusión entre rock, pop y jazz sonó más fluida y natural. Por ese batería que es un don de dios.
El Gremio: Porque si rapearan en inglés y vinieran del Bronx todos les estaríamos riendo las gracias. Porque su música es original y abraza cualquier influencia que les convenga. Por un directo espectacular.
Los olvidables:Phoenix: Porque su carta de presentación es “ser novio de Sofía Coppola” y son un remedo indie de los Maroon 5. Chicos bonitos, canciones insustanciales. Flor del momento. Con fecha de caducidad.
John Maus (en la foto): Porque hacer un directo con toda la música enlatada no es un directo, es una estafa. Porque desgañitarse entre el público no da marchamo de autenticidad, sobre todo cuando utilizas los servicios de seguridad para mantener el espacio. Para eso, quédate en el escenario. Porque todo lo que ofrece lo hizo mucho antes —y mucho mejor— John Foxx.
Sunn O))): Porque la liturgia de las capas y el humo sólo intentan esconder la vacuidad de su música. Porque son una broma, una hipérbole de los estilemas del rock and roll más trasnochado —ya saben, el rock como religión— y pretenden hacernos creer que van en serio. Por caraduras.
Alela Diane: Porque sus canciones no son nada del otro mundo, su interpretación en directo tampoco y porque una parte no desdeñable del público estaba en el Auditori por sus atributos físicos más que por su música. Porque su grupo —familia y amante—, parecía sacado de La Matanza de Texas. Miedo, mucho miedo me dieron sus gorgoritos y autocomplacencia.
El Primavera Sound 2009 es ya un recuerdo. Tiempo de moverse hacia delante.
Buenos días.