19.9.11

DOS PERSPECTIVAS COMPLEMENTARIAS SOBRE LA EDICIÓN GRÁFICA

Pepe Baeza, durante su intervención.

Muy interesante la jornada de Caja Azul dedicada a la edición gráfica, con dos expertos en la selección de imágenes, Pepe Baeza, editor gráfico del magazine semanal de La Vanguardia, y David Airob, fotógrafo y editor gráfico, durante tres años, de dicho diario. Baeza trazó una perspectiva teórica, en la que analizó tendencias y aspectos sociales y económicos que afectan a la edición, mientras que Airob fue mucho más concreto en su exposición, trufada de ejemplos del día a día.

En su reflexión, Baeza defendió una apuesta por la edición visual unitaria, que contemple, desde un punto global, fotografía, imagen, diseño e infografía, si bien, reconoció que los editores gráficos hacen lo que pueden, rellenando los huecos que les dejan en las páginas.

En comparación con el resto de elementos gráficos, Baeza antepuso el valor diferencial de la fotografía, su dimensión testimonial. En este sentido, especuló sobre las críticas a la fotografía documental como intentos, por parte del poder, de horadar esa capacidad de la fotografía para explicar qué está pasando. Puso como ejemplo la potenciación, desde los años 80 de la fotografía de “celebridades” en detrimento de la fotografía documental y enmarcó esta tendencia en la evolución de un capitalismo cada vez más salvaje.

También se posicionó apostando por el fondo ante la forma. Reconoció que “una fotografía bella es muy eficaz, pero ha de estar al servicio de un discurso más profundo”. Y alertó a los fotógrafos presentes: “¡Cuidado con los dictados del poder estético”. En este sentido, denunció un tipo de fotografía descontextualizada que, o muestra a personas ante una pared (lo que denominó jocosamente como “fusilados”) o entornos sin presencia humana; discursos fotográficos que impiden la interrelación entre persona y entorno y que “pueden exponerse sin problemas en salas de consejos de administración”.

Insistió en que el fotógrafo ha de trabajar en equipo con otros expertos de disciplinas sociales para estar informado y tener datos para interpretar aquello que está viendo. La visión fotográfica, apuntó, depende de él, pero no puede permitirse cubrir un tema desconociendo las implicaciones que comporta.

Baeza finalizó su intervención destacando la necesaria colaboración entre editor y fotógrafo, para llegar a un consenso sobre la edición gráfica de un tema. Quiso destacar que el editor ha de tener muy claro que no es un autor sino que ha de aportar la mirada crítica al trabajo del fotógrafo.

David Airob analizó numerosos casos prácticos de edición de imágenes.

Tras la ponencia teóricamente intensa —y apasionante— de Baeza, David Airob bajó al foso del día a día y desde allí explicó, de manera amena y muy instructiva, las dudas y decisiones que plantea la edición gráfica, con ejemplos concretos.

Comenzó criticando la manida frase de los redactores cuando afirman que “todas las fotos tienen corte”, para explicar que considera un gran error "que los redactores vean, y, en ocasiones, seleccionen las fotografías”. Según Airob, eligen siempre la imagen más obvia cuando un detalle puede potenciar y complementar el sentido de la pieza.

Al igual que Baeza, Airob destacó la importancia de la imagen: “El elemento que nos hace detenernos en una página es la fotografía”. Hablando de su dimensión testimonial, dejó claro que “si una fotografía es la imagen del día y puede afectar al lector porque tiene sangre, pues que se joda el lector”. En este sentido, explicó que “una fotografía de una catástrofe en la que se ven edificios destruidos pero no aparecen muertos, está censurando la realidad”.

También planteó sus dudas sobre los límites entre lo correcto y no en la edición gráfica, a partir de las posibilidades de manipulación de la imagen gracias a la tecnología digital. Contrapuso la obra de dos reporteros como Goran Tomasevic, muy directo, y Marco Longari, con un discurso más esteticista, que utiliza viñeteados y desaturaciones para centrar la atención del espectador. Reconoció que se siente más cercano a Tomasevic porque los retoques de Longari son un recurso que parece hecho para atraer al lector, mediante la estilización de realidad. Tras presentar el trabajo de ambos, nos sorprendió con unas fotografías que presentó como de Longari (con sus desaturaciones, tonos fríos y viñeteados) para, acto seguido, reconocer que eran imágenes de Tomasevic, pasadas por diversos filtros de Photoshop que imitaban los procesos del fotógrafo italiano. “Se tarda menos de un minuto en convertir un Tomasevic en un Longari”. Tras el juego de manos, reconoció que su preferencia por Tomasevic era personal y que la potenciación de imágenes mediante viñetas y contrastes forma parte de la historia de la fotografía y es consustancial al blanco y negro.

Una perspectiva global, con implicaciones sociales y políticas, y otra cotidiana, cercana. Dos formas complementarias de acercarnos a la edición gráfica en una jornada que ofreció abundante materia para la reflexión.

1 comment:

Anonymous said...

interesante! gracias