23.9.11

ESA CONTAGIOSA PASIÓN



Llegó Cristina García Rodero, ayer tarde, a la conferencia sobre Francesc Català-Roca, empezó a hablar y, al momento, fue evidente que su torbellino de reflexiones entrelazadas, apasionadas, a borbotones, sólo aparentemente inconexas, convertirían su disertación en una clase magistral no sólo sobre su obra, sino sobre el acto de fotografiar.
En un momento de la velada, el director de las jornadas, Daniel Giralt-Miracle, la presentó, con cierta retranca, como turista y ella le corrigió inmediatamente dejando claro que lo que íbamos a escuchar era “la opinión de una colega”. Y así fue. La mirada de una gran fotógrafa sobre la obra de otro captor de instantes referencial, un análisis sobre sus constantes, sobre las obsesiones que se destilan, la constatación de que la mayoría de fotógrafos persiguen una versión depurada de la misma imagen.
García Rodero lanzó una serie de frases tan afiladas, tan profundas en su aparente sencillez, como haikus. Cito las que pude transcribir de forma apresurada:
Sobre la relación que Català-Roca establecía con sus fotografiados:
La gente se desnuda ante él. Tiene empatía y entabla amistad. Ambos, fotógrafo y fotografiado, se nutren de la sabiduría del otro”.
Respecto a su mirada:
Es elegante, compasiva y tierna”.
Sobre la fotografía:
La luz es la materia prima. La fotografía no es sólo composición sino formas”.
Sobre el momento de captar la imagen:
El fotógrafo no se puede permitir dudar. Si lo haces, ese momento ya se ha ido”.
De cómo entablar relación con tu sujeto:
La actitud es fundamental. La honestidad se nota, y se sufre. O se disfruta”.
Y así, durante más de hora y media que parecieron escasos minutos.
García Rodero, que explicó que “he hecho mis fotografías quitándoselas al descanso”, reconoció que no es muy dada a hablar porque lo que quiere es “seguir fotografiando mientras pueda, dejar una obra”. Comprensible como es su motivación, es una lástima que no se prodigue más. Les aseguro que, tras escucharla, uno mira a su alrededor y siente el impulso irreprimible de apretar el disparador, porque, como afirmaba Català-Roca: “Dentro de unos años ya no podré fotografiar esto”.

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