14.9.11

VISA POUR L’IMAGE 2011, ¿CONTINUISMO O RENOVACIÓN?



Algunas apresuradas observaciones sobre el Visa pour la Image celebrado en Perpignan este mes de septiembre.

1. El eterno retorno
Desde hace años, el viajero que acude a la muestra tiene una cierta sensación como de eterno retorno, de presenciar imágenes ya vistas. Se echa de menos una mayor valentía por parte de los organizadores para seleccionar otras miradas, otras formas de contar. Cada año que pasa siento que el Visa necesita reinventarse. En esta edición he apreciado tímidos intentos de ello, pero es necesario una apuesta más decidida por parte de los organizadores.



2. Los criterios de selección
¿Qué prima en los criterios de selección del Visa? ¿El fondo o la forma? Se muestran imágenes porque presentan dramas humanos o porque su mirada fotográfica es buena? ¿Por qué la dirección del festival criticaba en ediciones anteriores que los fotógrafos no se desplazaran a países lejanos para mostrar lo que ocurre en ellos y este año se ofrece una exposición humorística sobre el mal gusto de los ingleses? Y una duda que me asola, ¿publicaría el Visa una exposición sobre el mal gusto de los franceses? (la pregunta es retórica, claro).



3. El tremendismo o la cotidianeidad
¿Son las desgracias los únicos temas que puede tratar el Visa? Tradicionalmente parecía que así era pero esta edición da señales de que la cotidianeidad también puede tener cabida en él. Yo diría que la cotidianeidad ha de estar presente en el Visa. Por ejemplo, la pobreza que invade esta sociedad que creíamos opulenta.



El fotoperiodismo es contar en imágenes lo que pasa en el mundo. Ya sea en Haití o en Perpignan. Que un fotógrafo se arriesgue a recibir un balazo da más mérito a su implicación personal pero no mejora la calidad de sus imágenes. He visto demasiadas fotografías que no presentan ninguna mirada propia y que se aguantan por la fuerza de la situación, no por la expresividad de la mirada.

Pero también he visto exposiciones que, por si mismas, ya merecían el viaje. Por ejemplo, la de Rodrigo Abd, “Una paz mucho más violenta que la guerra”, que muestra la violencia perenne en Guatemala con espíritu de denuncia y —cuadratura del círculo— con mucho humor negro. Negrísimo.

Otra muestra para quitarse el sombrero (perdonen la broma) es la de Lu Nan, “Los olvidados, la situación de los servicios psiquiátricos en China”). Belleza en la devastación.

Sigue, por lo tanto, habiendo motivos para la visita.

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