20.10.09

SOSPECHOSOS HABITUALES: BAJO EL INFLUJO


En la mayoría de seres humanos se da una suerte de compensación. O se es guapo y tonto o listo y feo. Incluso diría que el nivel de inteligencia es la consecuencia de un proceso adaptativo: Los guapos no necesitan ser listos. Los feos, sí. Claro que este axioma no es infalible. También existen tontos y feos. Y guapos y listos. O, mejor, guapos y bellos, aunque no abunden. Un ejemplo de éstos últimos es Albert. Insoportablemente guapo y bello. Creativo, multidisciplinar —fotógrafo, ilustrador, pintor, modelo… —. Un hombre del Renacimiento. Sería insoportable y odioso si no fuera tan bello (y me refiero al interior).

Le acompañé en una sesión de fotos y, desde el coche, mientras se suponía que estaba retocando imágenes en el portátil, no me pude sustraer a su influjo y disparé a la manera de un voyeur. Sabía que su presencia haría bellas mis fotos. Otra cosa es si éstas le hacen justicia. Viéndolas, recordé la fascinación del fotógrafo William Claxton al descubrir a Chet Baker, tal y como la explica en el documental “Let get’s lost”, del que les hablé hace unos días. Y es que la extrema fotogenia troca cualquier prevención en admiración.



Buenos días.

3 comments:

Tomás said...

Tadzio lives!

Óscar García said...

¡Jajajaja!

SUE said...

Si se es bello por dentro es imposible no salir bien en una foto. Un chico completo, si señor.

Yo no soy imparcial en este tema. Si una persona es bella por dentro, me es imposible no verla bella también por fuera, qué quieres que te diga.

Ya tiene usted, noticias mías.

Biquiños!