8.10.10

QUIMÉRICA SUBSISTENCIA


¡Y yo que me creía, iluso, que la mayor exposición de la población a las descargas gratuitas iba a generar un mayor interés por la música en directo! ¡Que los conciertos serían la forma de subsistencia de los artistas en tiempos en los que es una quimera vender discos! Se hablaba de una mayor asistencia a las actuaciones pero me da que se produce en macroeventos como festivales o ese concierto que, cada año, la modernez instaura como el espectáculo que uno no se puede perder. Esta temporada es Arcade Fire. Otras ha sido Rufus Wainwright o Tom Waits. Ya saben, poder decir aquello de “yo estuve allí”, dejando de lado consideraciones estrictamente musicales.

Pues bien, volviendo a la música, que es lo que me importa, ayer actúo Nina Nastasia ante una Sala Apolo reconvertida en una especie de music-hall, con sus mesitas y velas. Sin duda es una de las mejores formas imaginables para disfrutar de la límpida voz de la cantante y compositora. Pero no parece económicamente viable. Y me dio mucha pena. Porque era un precio más que popular —15 euros en taquilla; anticipada, 12—, porque el concierto alcanzó cimas inmensas de intensidad y emoción (en parte, gracias a ese violinista que la acompañaba y que es un regalo de los dioses). Porque será uno de los conciertos que seguro que atesoraré como inolvidable.

Al acabar el concierto me acerqué a la mesa de merchandising y compré su último disco (en vinilo, claro). Era lo mínimo que podía hacer. Aparte de quejarme, claro.

Buen fin de semana.

6.10.10

ENRIQUE MORENTE Y EL ARTISTEO


En esta vida hay quienes van de artistas y quienes lo son. Enrique Morente pertenece al segundo colectivo. ¿Qué cómo se diferencian los unos de los otros? Muy fácil. Habitualmente los primeros se llenan la boca hablando de su Arte y dejan bien claro que ellos pertenecen a esa élite de privilegiados capaces de crear belleza. No pierden ocasión de distanciarse respecto a los otros y de indignarse si alguien pone en tela de juicio sus méritos. Podríamos decir que son artistas en la creación de “la pose de artista”.

Los segundos, como Morente, son su antítesis. La exigencia no la exhiben ante los otros, sino ante ellos mismos, ante su obra. Se muestran afables en las distancias cortas y exhiben más sus carencias que sus virtudes, como si se avergonzaran ante estas últimas. No se distancian de sus interlocutores, se comparten.

El retrato, como suele ser habitual en estos casos, tomado en cinco minutos, en el hotel que le hospedaba en Barcelona, justo antes de una entrevista. La iluminación de la pared me pareció perfecta para transmitir ese fuego interior que alienta sobre su obra. La mirada, poderosa pero confiada, de Morente hizo el resto.

Buenos días.

4.10.10

TU MUERTE ME DA LA VIDA


Paseaba por Montjuïc este fin de semana cuando encontré, a mis pies, un cadáver de pájaro. Mi primera reacción fue la tristeza por el animal que había dejado de existir. Su pecho estaba horadado y los insectos accedían a sus órganos a través de él. Abejas y moscas revoloteaban alrededor o se posaban sobre el cuerpo inerte. Una pequeña mosca se alimentaba de los restos de su plumaje. Un manjar inacabable. Los ojos ya habían sido picoteados y, dentro de poco, lo que había sido un grácil animal, capaz de volar, sería materia informe, presta a disolverse en la tierra.

La tristeza, la conmiseración, se genera cuando miramos a los animales de tú a tú, como a individuos. Si logramos abstraernos y los contemplamos dentro de la cadena de pequeños acontecimientos que conforman el mundo, su muerte es sólo el paso que permitirá la vida de quienes vengan después, sean moscas, aves o mamíferos. Nuestra existencia es posible gracias a muchas muertes anteriores, que nos han alimentado y nos han dejado el espacio para crecer y desarrollarnos. Nosotros también moriremos. Y, por supuesto, no lo queremos. Lloraremos por nuestros seres queridos al sentir su ausencia, ese no-ser de aquél que había sido. La desaparición irremplazable.

Y si disfrutamos de un poco de tiempo, y conseguimos una vida larga y próspera, iremos viendo como nuestro entorno desaparece y nos deja como últimos relatores de un tiempo y unos amigos perdidos para siempre. Hasta que nosotros también nos disolvamos en la nada. ¿Triste? Puede ser si lo miramos de manera individual. Pero, dentro de la gran mecánica del mundo, nuestras pequeñas existencias no merecen la conmutación de la pena máxima. Desapareceremos y así dejaremos el paso libre a quienes tienen que substituirnos. Al igual que nosotros hicimos al llegar a este mundo. Mirado así, es, simplemente, un acto de justicia, de equidad.

Buenos días.