19.10.10

DINNER AT EIGHT


Hubo un tiempo, no muy lejano, en el que la elegancia se cultivaba como una de las bellas artes, en el que las personas ambicionaban no sólo medrar económicamente, sino en cultura. En aquellos años, una estrella de Hollywood podía ser, también, un competente actor shakesperiano. En esa época, guionistas, como Herman J Mankievicz, convertían las réplicas inteligentes en norma de la casa. Presuponían una cierta inteligencia en su espectador.

Esa época pasó no hace mucho. Ahora vivimos rodeados de naderías en tres dimensiones; de vacío intelectual repleto de efectos digitales.

Pero todavía queda algo de esa elegancia original, no impostada. Rocco, ajeno a algunas extrañas distracciones para humanos, se mesa su pelaje para seguir mostrándose bello e indómito.

Buenos días.

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