Eduard Novoa, de The Forma y Camping, en plena faena. Otro de aquellos héroes cotidianos que lucha para la realización de sus sueños, de su pasión. He dicho pasión, no “hobby”, que quede claro. El “hobby” es un pasatiempo. La pasión, una razón de vida.
Viste mucho el rol del artista dedicado íntegramente a su arte, pero el arte a veces no da para comer. Sé de alguno que dispone de prebendas que le permiten vivir creando, sin preocuparse en exceso por los ingresos, y que, aun así, vende la imagen de artista maldito, siempre a punto de morir de inanición. El malditismo vende y emociona. Genera empatía. Pero hay plañideras de postín, artistas de la autocompasión, del sufrimiento de cara a la galería.
Por el contrario, existe también mucho obrero de la música, que todavía no puede vivir de lo que ama y roba horas al sueño y al ocio para seguir persiguiendo sus sueños. A menudo pasan inadvertidos, pero su vida, quizás anónima, tiene la verdadera épica, la del obrero. Aquél que trabaja y lucha día tras día. Aunque a priori pueda parecer cetrino, existen muchos colores bajo esa capa supuestamente uniforme, común a las hormigas. No nos dejemos cegar por las luciérnagas. La luz que irradian es sólo su mecanismo de atracción.
Buenos días.
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