20.11.09

LA SONRISA DE LA MUERTA


La terrible foto reproducida hoy muestra a algunas de las fallecidas por los ataques a Madrid durante la Guerra Civil. La foto, tomada en los años 30, es absolutamente actual, devastadora, brillante en su composición… y, a pesar de lo que puedan colegir si me han leído en los últimos días, no fue tomada por Robert Capa, sino por su compañera entonces, Gerda Taro.

Taro creo el personaje de Capa, un reconocido fotógrafo americano, para aliñar con un poco de glamour el trabajo de su pareja, Ernest Andrei Friedmann, un húngaro que no tenía un duro en el bolsillo pero sí mucha ambición y don de gentes. Decían ser sus representantes y vendían las imágenes a un precio superior, debido a los supuestos honorarios de dicho fotógrafo. Los medios comenzaron a comprar las fotografías que antes despreciaban por haberlas hecho un don nadie, al creer que se trataba de una eminencia venida de más allá del gran charco. La parábola de la historia es que no importa lo que seas, sino lo que aparentes. Como ven, no han cambiado tantas cosas.

La cuestión es que el personaje devoró a la persona. Al mismo tiempo, Taro comenzó a dominar la imagen y superar a su maestro a la hora de mostrar los desastres de la guerra. Mientras Capa se centraba en los movimientos de tropas y en vender el riesgo que sufría al tomarlas (recuerden su frase, “si tus fotos no son buenas, es que no estabas suficientemente cerca”), Taro analizaba las causas y consecuencias de la guerra y la vida y muerte de las gentes que la padecían. No sólo su análisis era más profundo sino que su ojo investigaba composiciones más atrevidas; mejores, en una palabra. Quizás Capa estaba más cerca físicamente, pero la mayor cercanía emocional la consiguió Taro.

Tuve la constatación de ello al asistir, este verano, a la doble exposición sobre sus fotos que mostraba el MNAC, en Barcelona. Taro era la tapada de Capa. En todos los sentidos. Mientras vivió, las fotos que hacía la pareja eran comercializadas a nombre de Capa. Tras su muerte, arrollada por un tanque, Capa siguió vendiendo como suyas fotos que había hecho su compañera.

En su libro, “Ligeramente desenfocado”, Capa explica sus vivencias durante la Segunda Guerra Mundial. En las 288 páginas de sus memorias, no hay ni una mención a su anterior compañera.

Han pasado más de 70 años. Y a través del tiempo y mediante la fotografía, la muerta nos sonríe. Se llamaba Gerta Pohorylle, aunque la conocían por Gerda Taro.

Buen fin de semana.

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