28.10.09

A LA MANERA DE WEEGEE


Dicen que la corrupción nos asola. Pienso que, por el contrario, lo que pasa es que ahora se conoce. Si miramos los protagonistas de los casos que se están haciendo públicos (Prenafeta, Muñoz, Millet) ninguno de ellos es un recién llegado a la res pública o aledaños. Y los casos que han explotado en sus morros no son actuales, precisamente. Tampoco nadie se sorprende de la catadura moral de los presuntos. Más bien, del tiempo que han estado campando por los fueros de la impunidad.

Sí, de acuerdo que duele ver cómo la gente a tu alrededor hace malabares para llegar a fin de mes mientras otros espabilados, por razón de cuna o contactos, administran cuentas opacas en paraísos fiscales. De acuerdo en que desmotiva al más pintado. Pero de la negatividad difícilmente sale algo bueno. En todo caso, la pérdida de la inocencia, que más que bueno es necesario.

Mirémonos en el espejo y preguntémonos qué haríamos si estuviéramos en esa situación de aparente impunidad de la que disfrutaban los interfectos. Uno de mis juegos preferidos al conocer a alguien es pensar cómo actuaría si viviese en la Europa de la segunda guerra mundial y le hubiesen encomendado la dirección de un campo de concentración nazi. Con la posesión del poder absoluto y de la capacidad de dictar sentencia sobre la vida y muerte de tantas personas, ¿cómo se comportaría?

Lo inmundo hay que mostrarlo, porque existe. Mientras exista. A la manera de Weegee.

La foto, un autorretrato apresurado, con sombrero y cazadora vintage. Recuerdos de unos tiempos quizás más corteses. O puede que sea la distancia la que los engrandece.

Buenos días.

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