8.7.09

HACIA LA IDEALIZACIÓN POR LA MUERTE


Esta mañana he estado ojeando el funeral de Michael Jackson en youtube. Siempre me han fascinado las maniobras de idealización que se dan en estos ritos. El finado ya no es quien fue, sino aquel que quisiéramos que hubiese sido. En el caso de Michael Jackson, todavía más. Las proyecciones de las pantallas mostraban al autoproclamado rey del pop desde su infancia hasta su época de mayor éxito. Sólo una imagen de los últimos días, aquella hecha pública de uno de los ensayos de la serie de conciertos This is it. Una imagen en la que el hombre de 51 años imitaba al de 31. Es como si su familia quisiera borrar al Michael Jackson de los últimos tiempos, como si abominara de él. La multitud de imágenes de él de niño parecían decir “es nuestro hijo, nuestro pequeño”. Pero lo cierto es que ya no lo era.

No entraré a analizar las relaciones intrafamiliares y la influencia de la ambición paterna en el desarrollo y posterior comportamiento errático de la estrella. Aunque la ley del silencio a la que se sometió al pater familias durante la ceremonia fue clamoroso y revelador.

Michael Jackson no quería volver a los escenarios. Lo necesitaba para pagar las cuantiosas deudas que sus gastos desorbitados habían provocado. Me imagino la presión que sufría mientras intentaba imitarse y veía que era un pálido reflejo de lo que fue. La sociedad ya ha buscado al chivo expiatorio, al médico que lo mató. Pero yo creo que Michael Jackson fue su propio asesino: No quería vivir. No podía. La muerte puede ser una vía de escape cuando no ves otra. El camino hacia la idealización. Una buena opción cuando te has convertido en una mala imitación de ti mismo.

En la imagen, otro fotograma robado de Mishima, otro subrayado. Justo antes de que se atraviese la piel con el cuchillo. El instante en el que destruye su cuerpo y construye su idealización.

Buenos días.

3 comments:

Taller Literario Kapasulino said...

Muy buen post...

Tomás said...

Morir no basta: hay que morir a tiempo. Hacer del luto una virtud.

Si al domador se lo comen los leones, los trapecistas a la pista.

¿Quienes son los trapecistas de esta historia? ¿Y los leones?

Óscar García said...

Jajaja, Tomás, los trapecistas fueron Mariah Carey, Stevie Wonder, Lionel Ritchie, entre otros. En cuanto a los leones somos nosotros, claro. El público que exige que un artista se convierta en categoría, que no evolucione, que sea siempre el mismo, aunque para eso deje de ser él mismo.

Un abrazo.