17.7.09

ENTRETELAS


El tiempo libre tiene estas cosas. Estaba haciendo zapping una mañana cuando me encontré con una serie que marcó mi infancia, al igual que la de toda mi generación: Vickie el Vikingo. Sí, soy de esos que un anunciante desgraciado afirma que tenemos que empezar a cuidarnos.

Me quedé viendo el capítulo para analizar el motivo de su éxito. La serie, de mediados de los 70, cuenta las peripecias de unos simpáticos vikingos que invaden y asolan pueblos mientras intentan no ser ellos las víctimas de sus propias prácticas. Un argumento que, en nuestra sociedad actual de pensamiento políticamente correcto, sería, sin duda, puesto en cuarentena. Basados claramente en Astérix, los personajes de Vickie tienen cada uno se peculiaridad cómica. Lo curioso es que la serie abogaba por la inteligencia como motor de solución de los problemas. Qué diferente de dibujos como Dragonball, que glorifica la violencia como único método para la solución de los conflictos.

Presté atención a la omnipresente banda sonora. Una música pegajosa y efectiva, amoldada a las vicisitudes de los protagonistas. Al finalizar el episodio, redescubrí que su autor era Karel Svoboda. Como el nombre me sonaba, investigué en internet. Conocido como el rey del pop checo, Svoboda compuso la banda sonora de otras series que marcaron el mundo a su paso: La abeja Maya y Nils Hogersson. De hecho, algunas de estas melodías son actualmente utilizadas por los anunciantes para intentar vendernos productos a los de nuestra edad.

Svoboda fue encontrado en el jardín de su villa, el 28 de enero de 2007, muerto de un disparo. La autopsia decretó que se había suicidado. Su final tuvo en epílogo morboso con la publicación de las fotos de su cadáver en el diario sensacionalista Blesk. Las imágenes, realizadas inicialmente con fines forenses, fueron comercializadas por el policía que las tomó, lo que le costó la expulsión del cuerpo.

Fascinante que el autor de melodías inmortales que apelaban a la alegría de vivir acabase sus días con un suicidio. Las contradicciones del espíritu humano. Svoboda me recuerda a Primo Levi, que decidió dejar de vivir muchos años después de haber conseguido sobrevivir al terror nazi. Qué extraños somos.



La fotografía, durante una jornada de localizaciones para una sesión.

Buenos días.

2 comments:

Comtessa d´Angeville said...

No tenía ni idea acerca de Svoboda, ahora mismo me pongo a buscar más.

Yo, que soy de una generación posterior, también vi mucho (demasiado) los dibujos de Vickie el Vikingo... De aquellos barros, estos lodos.

Tomás said...

Hoy leyendo el diario (EPdC) y el reportaje (extra! extra!) sobre Capa y la inverosimilitud de la mítica fotografía me he acordado de la verdad, del concepto. Se lo perdonamos al "apóstol y mártir de la verdad fotoperiodística".

Mi infancia fue la sintonía de "Aquellos maravillosos años".

Anda que no disfrutas buscando localizaciones.