6.4.09

AUSENCIAS


Al día siguiente, el viernes, volví a pasar por delante del portal en el que había descubierto al vagabundo. Ya no estaba. Sólo quedaba, como recuerdo de su paso, una arrebujada manta en el sitio en el que había descansado su cuerpo. Pensé que, seguramente, volveré a encontrármelo en próximos días. Somos animales de costumbres y, aunque se trate de un triste rincón, es fácil que lo haya convertido en su hogar.

Ese desconocido quizás perdió su puesto de trabajo sin previo aviso, como tantos estos días. Parece ser que se está poniendo de moda ese tipo de despido “exprés” en el que la empresa no te deja casi ni despedirte de tus compañeros, te trata como a un apestado y moviliza a su personal de seguridad para escoltarte a la salida como si fueras una amenaza para la seguridad. He visto algunas de estas actuaciones, me han contado otras, y no puedo entender qué necesidad hay de ese maltrato gratuito para con el trabajador que, quizás, en muchos casos, había defendido a la empresa ante terceros con ese orgullo de pertenencia que, finalmente, le devuelven regado en ricino. Somos peones, lo sabemos, pero ¿es necesario sacarnos del tablero con una mueca de asco para tirarnos a la basura?

Hablando de ausencias, otra que estaba cantada y que parece se hará efectiva durante los próximos días en la marcha —expulsión— de Federico Jiménez Losantos de su programa de propaganda —que no de información— “La Mañana”. Como premio de consolación le han ofrecido resituarlo en la franja horaria nocturna con su amigo César Vidal en “La Linterna”, otro panfleto con resabios del pasado. Abomino de Jiménez Losantos pero lo escucho cada mañana. Lo hago al igual que escucharia a Goebbels si me hubiera tocado vivir en la Alemania nazi. Hay que conocer las doctrinas del enemigo casi mejor que las tuyas propias.

Brindo por la defenestración de Losantos. No piensen ni por un momento en que la Conferencia Episcopal ha conseguido la cordura de la que nunca ha dado muestras. Se trata, como suele pasar, de un movimiento interesado para conseguir mejoras por parte del Gobierno. Ya saben, “te ofrezco un sacrificio para conseguir tus favores”.

Muy bíblico todo, si nos lo paramos a pensar.

Buenos días.

1 comment:

Comtessa d´Angeville said...

Lo de la gente viviendo en la calle era algo que de pequeña no alcanzaba a comprender. En mi pequeño pueblo sencillamente eso no existía, y cuando íbamos de viaje a alguna ciudad y le preguntaba por qué había gente que no tenía casa ella tampoco sabía demasiado bien cómo explicármelo.