3.3.09

PEQUEÑAS ALEGRÍAS INESPERADAS


Ayer recogí el último ejemplar de la revista para la que colaboro y me llevé una pequeña gran alegría. La portada de septiembre, en la que aparecía mi fotografía de El Guincho que reproduzco aquí hoy, ha sido elegida por los lectores la cuarta mejor portada del año. Antes de ella, un dibujo de Tom Waits realizado por Joaquín Reyes y dos fotografías (de Scarlett Johansonn y Portishead), de origen promocional. Lo gracioso del caso es que el artículo dedicado a El Guincho en ese mismo número es el sexto en el listado de “lo peor aparecido en la revista” y El Guincho es el décimo personaje “más odiado”, también según los lectores. ¿Debo inferir de todo ello que gusta la fotografía a pesar de la valoración que algunos lectores tienen del protagonista? ¿O debo suponer que si existiera la categoría “peor portada del año” la mía sería la primera de la lista? No lo sé, pero lo que sí sé, según los datos, es que la portada publicada ha gustado, por lo menos, a los suficientes lectores como para moverles a votar para que consiga ese cuarto puesto. No está nada mal.

Todos los retratos tienen su intrahistoria. Y más, si se salen del típico “aquí te pillo aquí te mato” que las prisas promocionales y el miedo del artista al objetivo de la cámara suelen propiciar. Pero a nadie interesan esas sordas batallas por conseguir algo diferente. Lo que importa es el resultado final. Y, una vez publicado, queda —como debe ser— a merced del público, que otorga su veredicto. No nos engañemos, todos queremos la aprobación pública, somos animales sociales. Yo también. Si realizamos una fotografía “diferente” y estamos satisfechos de ella, deseamos que guste. Y tanto en la gestación para su publicación como tras ella recibió algunas críticas, a mi entender, siempre externas a la fotografía en sí. Ahora es el momento de agradecer a Pablo Díaz-Reixa —El Guincho— y a la dirección de la revista su apuesta por mi idea inicial y la defensa de su publicación. Al final, valió la pena.

Disculpen la ración de egotrip de hoy. Desearía que la perorata haya servido, cuanto menos, para que puedan hacerse una idea de las historias que rodean a algo tan aparentemente inocente como una fotografía. Este trabajo se asemeja mucho a una montaña rusa. Y, a veces, a una ruleta rusa. Pero es parte de su encanto, sin duda.

Buenos días.

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