5.3.09

LA VIDA


Cuando uno ama la vida, no lee. Ni tampoco va mucho al cine. Digan lo que digan, el acceso al universo artístico queda más o menos reservado a los que están un poco hasta el gorro".

Michel Houellebecq. "H.P. Lovecraft. Contra el mundo, contra la vida". Editorial Siruela.

Me atrae mucho Houellebecq. Es el perfecto cronista de la decadencia occidental. Sus pensamientos hiperbólicos, escritos con la sana intención de provocar, contienen mucha verdad a pesar del cristal deformante que aplica. Houellebecq es el clásico ejemplo de tímido exhibicionista. Por eso me siento muy conectado a él. Por otro lado, el oscuro Lovecraft, a menudo considerado un escritor menor, ha marcado muchas horas de mi vida, sobre todo en el tránsito de la adolescencia a la vida adulta.

En muchas ocasiones he detectado lo que podríamos llamar afinidades electivas. Hay un cúmulo de escritores, pintores, músicos o fotógrafos cuyos universos están entrelazados y que coinciden en las preferencias de otras personas. Si compartes con un amigo la apreciación por David Lynch, por ejemplo, es muy probable que Bacon resulte interesante a los dos.

Ayer por la tarde entré en la librería Gilgamesh (¡qué gran nombre!). En los rótulos de su entrada incluye el siguiente lema: “Vicio y subcultura”. Una librería que se defina de tal guisa me tiene ganado ya de antemano. Pues bien, esto que puede parecer una digresión, viene al caso porque encontré un ejemplar de un pequeño ensayo de Houellebecq, dedicado a Lovecraft, que, tras la sorpresa inicial, compré presuroso. De sus primeras páginas he extraído la cita que encabeza mi entrada de hoy.

En la cama, antes de dormir, empecé a leerlo. Y no podía parar. La tesis de Houellebecq es que Lovecraft, un inadaptado, odiaba la vida. Por eso huía a esos mundos horribles que creaba; traslaciones, a través de un cristal deformante, de la triste vida que vivía. Houellebecq va más lejos, como se lee en la cita que extraigo. Afirma que los artistas, o los amantes del arte, huyen de la vida, o son incapaces de vivirla, y por eso buscan sustitutos. El arte como sustituto de la vida.

Al leerlo, recordé cuántas veces, al acercar el visor a mi ojo, tenía la sensación de separarme de mi entorno. De cuántas veces, al estar con amigos, me costaba fotografiar lo que compartíamos, porque lo estábamos viviendo. La cámara como muro, la fotografía como aislante.

Houellebecq reproducía frases escritas por Lovecraft. Entre ellas una que decía algo similar a “la vida adulta es un infierno”. Me quede boquiabierto. Poco antes, Joho había escrito en este blog una entrada sobre fotografía —que transcribo aquí por su belleza— y que parece dialogar con Lovecraft:

Pero, ¿y lo bien que nos lo pasamos? Eso es algo que la gente no imagina, pero que intuye y envidia en realidad: una profesión que exige una fantasía eterna y juguetes para hacerla realidad... una profesión que no es más que la prolongación técnica de nuestra infancia. Somos afortunados, aunque nos quejemos de vicio”.

Lo dicho. Afinidades electivas. Aunque a veces las desconozcamos.

Salía de la librería Gilgamesh feliz poseedor del ensayo, y un charco me cerró el paso. Cualquier otra persona lo habría esquivado y seguido su camino. Yo preparé la cámara, me deleité con el reflejo del árbol en el agua estancada y esperé.

Mientras, la vida pasaba a mi alrededor.

Buenos días.

1 comment:

Tomás said...

Relacions transversals, afinidades electivas. Justament avui descobriré, amb les últimes vint pàgines, el desenllaç d'Otille, Eduard i Charlotte. Potser, més que eleccions, podríem parlar, deslligant-nos de l'artifici químic, d'una necessitat natural irrefrenable, una fugida i cerca, d'aferrar-se a un quelcom determinant-se mútuament, com bé succeeix amb la càmera (cap, l'ull i el cor) a l'hora de disparar una fotografia o a l'hora de cremar el temps amb algú. "Las afinidades empiezan a ser interesantes cuando producen separaciones". Tot té un risc.

“Cuando uno ama la vida, no lee. Ni tampoco va mucho al cine" (Houellebecq)

Enhorabona per les teves reflexions. Compte que no es converteixen en un vici, pels altres.

Bon dia.