2.5.16

La mirada susurrada


Vivimos vidas minúsculas. Al contrario de lo que pretenden hacernos creer las redes, ni somos estrellas en potencia ni nuestras vidas interesan. Transitamos este mundo compartiendo experiencias, quizás nimias, relevantes únicamente para nosotros. En este universo lleno de egos y subjetividades, una exposición que muestre la vida cotidiana de su autora puede hacernos pensar en otra oda al narcisismo. No es el caso.
Desde su título, Microvida, desde su presentación, con minúsculas imágenes realizadas con móvil, Silvia R. May nos demuestra que es consciente de su propia finitud. La exposición nos obliga a acercarnos, a establecer un diálogo próximo con las imágenes, como si se tratara de una conversación al oído.
Esa aparente insignificancia, se topa, sin embargo, con la mirada propia, atrevida, de Silvia, que convierte un hecho intrascendente en imagen icónica. Y así, casi en susurros, como si no se atreviera a valorar lo que presenta, nos envía un mensaje multiplicado en cada una de las escenas que muestra. Nuestras vidas insignificantes, formadas por esos días en los que parece que nada pasa, se presentan, sin embargo, como fascinantes si somos conscientes de que son la materia que conforma nuestra existencia, y si son contadas con una visión propia, alejada de las dictaduras modernas del feísmo y de la ocurrencia banal. Una exposición que logra imágenes esenciales de nuestro devenir diario, un gran trabajo.
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