18.5.11

AFTERHOURS


Acaba el concierto. Son las 2 de la madrugada. La inmensa mayoría de los grupos recogerían los instrumentos (o dejarían a su equipo que lo haga si tienen una cierta fama) e iniciarían la noche. Pero si la música no es un medio —de reconocimiento, de alimento del ego— sino un fin, pueden pasar cosas como la que ilustra la fotografía. Acaba el concierto y no puedes dejar de jugar con los instrumentos porque la música te llama.

Mientras recogía la cámara, levanté la vista y me encontré con Mariano Camarasa y Raúl del Moral tocando el piano a cuatro manos. Desenfundé antes de que acabase la improvisada complicidad y conseguí, casi en total oscuridad, una pequeña imagen que para mi define lo que mueve a un músico. Una pulsión, una necesidad de comunicarse a través de notas, acordes, ritmos y silencios.

Queda en mi retina y en la conjunción de unos y ceros del archivo digital el recuerdo de un breve momento de magia.

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