16.11.10

DE ENTRE LOS MUERTOS (I): CRISTO DESTEÑIDO


Hace tiempo, no mucho, las efigies lloraban sangre o de sus llagas brotaba el líquido de la vida. Era el tiempo de los milagros, de las creencias. Ahora sólo exudan óxido de cobre, mudo notario de su estancia a la intemperie en un universo frío e inclemente.

Viejas estatuas erigidas por el hombre. Por un hombre que ya no existe, que fiaba a dichas representaciones su única posibilidad de trascendencia. Figuras creadas para mover a la piedad de gentes desaparecidas, para humedecer ojos largo tiempos secos, sus cuencas vacías devoradas por el tiempo.

Las fotos de esta serie fueron tomadas durante una pequeña escapada de 20 minutos al cementerio de Montparnasse. La batería de la cámara agonizaba por el frío. Tiempo sólo para encender, encuadrar lo más rápidamente posible y apagar. Tras la última foto, la batería exhaló su último suspiro energético, una maravillosa coincidencia dado el espacio en el que me encontraba.

Buenos días.

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