
El AVE o tren de alta velocidad que realiza el trayecto entre Barcelona y Madrid es tremendamente agradable. Su único inconveniente son los especimenes que acostumbran a anidar en él.
Si antes los ejecutivos se autorrealizaban mostrando sus Rolex o trajes de Armani, ahora lo que está más en boga es utilizar el móvil como látigo a distancia. Insultan y desprecian a sus subordinados durante eternas conversaciones al teléfono, a voz en grito, si puede ser, y repitiendo los motivos de queja por si has tenido la suerte de evitar su escucha la primera vez. Tras 40 minutos hiperactivos, con la garganta irritada por la disputa y la oreja recalentada por las microondas, pero con la satisfacción que les ofrece esa vana autorrealización, los hombres móviles cortan la comunicación y mirar ansiosos en derredor para descubrir si han sido motivo de atención, que, evidentemente, es lo que buscan.
A continuación, pueden conectar su portátil para dirigirse a la página web de la marca de relojes Tag Heuer y valorar las cualidades de sus modelos con su compañero de empresa durante minutos y minutos. Dirán admirar sus formas y motivos, pero es evidente que su condición de modelos de lujo, de otorgadores de estatus, es el único argumento real que les mueve a su compra.
Una hora después, cuando han podido observar en detalle las especificaciones técnicas de cada modelo, se acerca a la pareja otro ejecutivo, que parece su responsable. Un rápido gesto sobre las teclas Alt y Tab cambia la pantalla a una inocente tabla Excel.
—¿Trabajando?
—Buff, sí. Tengo trabajo pendiente para parar un tren.
Sonrío y bajo la vista. ¡Ah, los hombres móviles!
Buenos días.
1 comment:
En mi opinión, lo único malo de este escrito, es que no sea un poco mas largo. : )
Acostumbro a fijarme mucho en cosas como las que has descrito; Es curioso, como con un poco de atención, se puede conocer a una persona, solo por como habla, gesticula, o su tono de voz.
Para cuando un libro escrito por ti Oscar?
; )
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