13.11.09

ELOGIO DE LA LENTITUD


—Vale. Entonces quedamos así para hacer las fotos.
—De acuerdo. Las dispararé en película, en blanco y negro.
—¿En película? ¿No en digital?
—No.
—Entonces… ¿cómo las verás?
—No las veré. Hasta que tenga revelados los negativos. De hecho, las fotos hay que verlas cuándo se hacen y, si me apuras, antes.

Más o menos así fue una conversación ayer por la noche. El ejemplo de la confrontación entre inmediatez y lentitud; entre irreflexión y meditación.

Nadie tiene recetas mágicas, por eso me sorprende la simplificación que hacemos, como queriendo llegar a la conclusión de que sólo hay un camino valido. Creo saber cuál es el que me conviene a mí, pero eso no quiere decir que se pueda transplantar a otros. Algunas veces me he enzarzado en discusiones bizantinas, por el gusto de tenerlas, pero cada uno tiene que encontrar su forma de trabajar y ver si es satisfactoria y ofrece los resultados buscados. La mía es la lentitud y el análisis. Llámenme caracol, pero no lo puedo evitar. Será que provengo de otros tiempos, en los que el pensamiento lógico —y no el bombardeo sensorial—, la preparación previa —y no la improvisación— son los métodos de trabajo. Llámenme caracol. Pero a mi me sirve.

Hoy soy feliz. A las 6.30 de la mañana, antes de ir al trabajo, he entrevistado durante una hora a un histórico de la música, vía conferencia telefónica transoceánica. Pequeñas locuras de nuestro mundo globalizado.

Buenos días.

1 comment:

JCA said...

exelente imagen!