27.11.09

24 HORAS EN MADRID (III): CLUB DE NOTABLES


Pues hoy les presento al Señor José Luís Rodríguez Zapatero, que, por mor de la fotografía, parece realmente preocupado con la que le está cayendo encima. Me atrevería a decir que la imagen es hasta profética. No me negarán que la aparición de la botella de Vichy Catalán a la izquierda del encuadre tiene su gracia. A ver si será una alegoría de la sociedad catalana y pasará aquí lo mismo que con el agua con gas, que, una vez que se destapa, pierde su fuerza con rapidez y sabe a rayos desbravados.

En fin, les decía que tienen con ustedes al presidente del Gobierno en una jornada económica en la que casi todo el mundo excepto él puso nombre a las graves deficiencias que atesoramos, verbigracia: una tasa de paro que duplica al resto de la Unión Europea, un sistema educativo francamente mejorable y una economía que se ha basado en la especulación y no en la creación de valor. Deficiencias de cuyo origen no es responsable —o, si lo prefieren, corresponsable con todos los que vinieron antes que él— pero que quizás no ha atajado como debería. Zapatero ha encontrado su talón de Aquiles. Un absoluto neófito en economía se tiene que enfrentar a una de las crisis económicas más importantes de los últimos años.

Respecto a los fallos estructurales, todas las corrientes políticas, con más o menos emotividad, los reconocen, pero nadie de la clase política quiere aportar soluciones que no sean la crítica altisonante del contrario. Ya se sabe que criticar es gratis; tomar decisiones comporta riesgos. Y la clase política, se llame el partido como se llame, es un ejemplo rampante de conservadurismo. Conservar es el verbo que define su forma de actuar. Conservar el cargo, conservar los votos, conservar las prebendas.

Hace bastante tiempo que decido mi voto en función del candidato que me parezca menos malo de entre los que se presentan. Así de altas están mis expectativas con respecto a la política. Se me podrá decir que es mejor no votar, dadas las circunstancias; que con nuestro voto lo único que hacemos es mantener esa dictadura clasista de guante blanco, y quizás tienen razón. Pero, al igual que en tiempo de Franco se iba al cine porque era uno de los pocos espacios de libertad que quedan y nadie se planteaba no ir como método de protesta, yo defiendo votar, como la forma de aprovechar ese resquicio de libertad que nos dejan.

Hay otras opciones, por supuesto. Una de ellas, bastante extendida, es vivir por y para el hedonismo, sin pensar en el mañana y sin responsabilizarse absolutamente de nada que no sea vivir en una fiesta continua. Como ambas opciones no son excluyentes y la vida es compleja, creo que este fin de semana me voy a dejar embargar por la voluptuosidad.

Les deseo un fin de semana convulso y feliz.

1 comment:

Admin said...

Wow! Fabuoloso texto! Aunque personalmente, opino que ir a votar, es como decidir quien va a ser el que te va a putear en un futuro; quizá aún sea muy rebelde como para levantarme un domingo por la mañana, después de un fin de semana de hedonismo, y decidirme ir a votar. : )

Creo que la política está inventada para crear esperanza a la gente, y no desesperen en sus aburridas e injustas vidas.

Un saludo Óscar!