20.4.09

MILAGROS DE VIDA


“Jonathan ha sido absolutamente sincero en todo momento y no me ha dejado hacerme ilusiones respecto al final. Sin embargo, me ha animado a llevar una vida lo más normal posible y me apoyó cuando le dije que me gustaría escribir mi autobiografía a principios de 2007. Gracias al doctor Johathan Waxman encontré la voluntad necesaria para escribir este libro”.

“Jonathan es un hombre muy inteligente, considerado y siempre amable, y tiene la capacidad excepcional de ver el curso del tratamiento médico desde el punto de vista del paciente. Doy gracias por pasar mis últimos días de vida bajo los cuidados de este médico decidido, sabio y bondadoso.”


Así acaba la autobiografía de James Graham Ballard, “Milagros” de vida”. En estos últimos párrafos, el escritor agradece a su médico la dedicación hacia él en sus últimos días. Todos queremos sentirnos acompañados cuando nos vamos. Poco antes, como un mazazo, nos ha revelado que padece un cáncer terminal. El mismo cáncer que apagó su vida ayer domingo.

No me extenderé mucho en hablar sobre Ballard, porque ya lo he hecho en otras ocasiones. Únicamente decir que no hagan caso a aquéllos plumillas que se dediquen a copiar despachos de agencia y repitan estos días que es un autor de ciencia-ficción. En absoluto. Lo que es Ballard es un forense de nuestras patologías sociales actuales, que nos escupe a la cara sin ningún tipo de contemplaciones, incluso con delectación. Se podría decir que es un precursor de Houellebecq y, al igual que él, la perfecta lectura para que en el futuro comprendan las miserias de nuestra vida actual.

Acertadamente, Ballard tituló su libro de memorias “Milagros de vida”. Vivir es un cúmulo de milagros. Leamos a Ballard, Disfrutemos. Otorguémosle un sentido a ese regalo que nos ha tocado en suerte.

En la fotografía, Glen Johnson, o, lo que es lo mismo, Piano Magic, en su actuación del sábado en el festival Plaça Odissea. Tras soportar moderneces varias en los últimos días, grupos que gozan del fervor público porque es lo que toca y que desaparecerán de los focos con la misma celeridad ahogados en su mediocridad, qué alegría poder gozar de músicos que, además, disfrutan de su trabajo.

Buenos días.

1 comment:

Comtessa d´Angeville said...

Ballard nunca me gustó demasiado, no sé, no le acabé de pillar el punto... Lo último que recuerdo haberle leído es Rascacielos, que diría que no me gustó demasiado... Tot i això, DEP