24.4.09

LA SOLEDAD DEL BUFÓN


Eef Barzelay y sus Clem Snide publicaron bellos álbumes con melodías y letras inteligentes que mezclaban melancolía con humor. El grupo siempre fue un proyecto de Barzelay, pero contaba con músicos no únicamente competentes sino que enriquecían el producto final con sus originales aportaciones.

Clem Snide murió por la falta de éxito y por el desencuentro entre Barzelay y el otro cerebro en la sombra, el multiinstrumentista Pete Fitzpatrick, durante las mezclas de “Hungry Bird”, hace ya tres años. Tras la disolución, Barzelay ha editado álbumes en solitario que no parece que hayan roto ningún techo comercial. Por eso, tres años después, ha resucitado la marca con dos músicos competentes —curiosamente, el bajista, Brendan Fitzpatrick, es primo del anterior integrante del grupo—, pero sin que sus aportaciones resulten enriquecedoras. Barzelay parece encerrado en su propia cárcel. Y lo que es peor, es consciente de ello.

Durante toda la noche, no paró de autoproclamar que eran Clem Snide, como si no se lo creyera. Fue un buen concierto, sin duda; con altibajos, como es habitual con Barzelay. Con bromas constantes, un cierto pose de amargura vital y gran música. Pero, aun siendo la propuesta más que respetable, parecía una banda de versiones que vivía del pasado. Me gustaron con moderación.

Nada que ver con el supuesto telonero, Will Johnson, otro dirige grupos a su medida. En este caso dos, South San Gabriel y Centro-Matic. Solo ante el público, nos demostró que no se necesitan grandes alardes para hacernos tocar el cielo. Únicamente transpirar música y honestidad en cada gesto, en cada inflexión. Provocó lágrimas. Y no exagero.

En la foto, Eef Barzelay, ayer noche, ante los focos.

Hoy continúo en retiro obligado por cuestiones laborales. Pero es viernes.

Buen fin de semana.

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