Me sorprendí pensando que no parecía la respuesta ante una artista, sino ante un predicador. Ello me llevó a pensar en nuestra desorientación. Perdidos en una sociedad inmisericorde y cruel, sin perspectivas vitales, sin un futuro que planificar, viviendo el aquí y ahora. Esperando que alguien nos indique el camino, que parezca tener claro adónde va. Aunque sea mentira.
Veo la crisis, la degradación económica a las que nos someten y vuelve a mi cabeza el estado social que provocó la llegada al poder absoluto de un pobre desgraciado que había subsistido intentando vender acuarelas en las terrazas de los bares. Ese pobre desgraciado provocó uno de los mayores horrores que hemos vivido como civilización.
Veo a algunos de los líderes políticos elegidos por nosotros, aquí y allá, y me cuesta albergar esperanzas. Parece inevitable que la historia se repita una y otra vez, mientras alguien nos haya de decir qué pensar, a quién seguir. Qué débiles somos.
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