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Los plafones del espacio World Press Photo permiten mixtificaciones como ésta. |
La responsabilidad del Visa es, por lo tanto, fundamental e
ineludible. Pretende ser la correa de transmisión de los reportajes más
meritorios que se han hecho últimamente. Es la voz de los sin-voz, los
fotoperiodistas. Esos apestados por las políticas de los grandes conglomerados
de contenidos, que no de información. Y, vistos los resultados, sólo hay dos
opciones. O el nivel actual del fotoperiodismo es mediocre (a lo sumo), o lo
que es mediocre son los criterios de selección del festival. Y apuesto por la
segunda opción. En Internet se pueden contemplar reportajes mucho más
profundos, originales y fotográficamente trascendentes que los que presenta el
que se define como festival internacional del fotoperiodismo.
El Visa pour l’Image está fosilizado, no es fiel a su
función. No puede escudarse, como hace su director, Jean François LeRoy, tras
una mueca sarcástica y afirmar que Instagram no te hace fotoperiodista. Ser
fotoperiodista tampoco es irse a África para mostrar un reguero de sangre. Es
irse a África (o a Barcelona) y lograr fotografías que transmitan información,
cuenten una historia y ofrezcan una visión profunda de la realidad que el
periodista de la imagen está observando.
Reformulo algunos comentarios míos a la edición del año
anterior que casan como un guante en la presente:
Desde hace años, el viajero que acude a la muestra tiene una cierta sensación como de eterno retorno, de presenciar imágenes ya vistas. Se echa de menos una mayor valentía por parte de los organizadores para seleccionar otras miradas, otras formas de contar. Cada año que pasa siento que el Visa necesita reinventarse.
2. Los criterios de selección
¿Son las desgracias los únicos temas que puede tratar el Visa? Tradicionalmente parecía que así era pero esta edición da señales de que la cotidianidad también puede tener cabida en él. La cotidianidad ha de estar presente en el Visa. Por ejemplo, la pobreza que invade esta sociedad que creíamos opulenta.
El punto 3 del año anterior me va como anillo al dedo para enunciar la exposición, que para mí, ha justificado el viaje a Perpignan. “Urban quilombo”, de Sebastián Liste, que cuenta (sí, en este caso sí que lo hace) cómo subsiste un grupo de familias en una fábrica abandonada, en Salvador de Bahía. Aparte de esta grata sorpresa, que ofrece una mirada bella, comprensiva y analítica de las personas y de su entorno, pocas cosas más dignas de mención. A vuelo pluma, “Esos Estados de América”, de Jim Lo Scalzo; “Sangre Afrikáner”, de Ilvy Njiokiktjien, y “Condenados”, de Robin Hammond. Poco más en el yermo repleto de imágenes olvidables, intrascendentes. Flaco favor al fotoperiodismo el que ofrece la presente edición del Visa pour l'Image.
¿Qué prima en los criterios de selección del Visa? ¿El fondo o la forma? Se
muestran imágenes porque presentan dramas humanos o porque su mirada
fotográfica es buena? ¿Un buen fotorreportaje no es la unión de ambos aspectos?
¿No tendría que primar este festival precisamente aquellos reportajes que
expliquen qué es el mundo a través de una mirada que también tenga valor por sí
misma?
3. El tremendismo o la cotidianidad¿Son las desgracias los únicos temas que puede tratar el Visa? Tradicionalmente parecía que así era pero esta edición da señales de que la cotidianidad también puede tener cabida en él. La cotidianidad ha de estar presente en el Visa. Por ejemplo, la pobreza que invade esta sociedad que creíamos opulenta.
El punto 3 del año anterior me va como anillo al dedo para enunciar la exposición, que para mí, ha justificado el viaje a Perpignan. “Urban quilombo”, de Sebastián Liste, que cuenta (sí, en este caso sí que lo hace) cómo subsiste un grupo de familias en una fábrica abandonada, en Salvador de Bahía. Aparte de esta grata sorpresa, que ofrece una mirada bella, comprensiva y analítica de las personas y de su entorno, pocas cosas más dignas de mención. A vuelo pluma, “Esos Estados de América”, de Jim Lo Scalzo; “Sangre Afrikáner”, de Ilvy Njiokiktjien, y “Condenados”, de Robin Hammond. Poco más en el yermo repleto de imágenes olvidables, intrascendentes. Flaco favor al fotoperiodismo el que ofrece la presente edición del Visa pour l'Image.