16.9.10

VISA POUR L’IMAGE. UNA VISIÓN CRÍTICA


Soy un apasionado. Cuando me gusta algo, me gusta con pasión. Pero no quiero ser un fan. Un fan es alguien que ha renunciado a su espíritu crítico. Y el espíritu crítico es fundamental, porque es la base para la mejora. Al igual que pretendo ser mi mayor crítico, también analizo los errores en aquello que aprecio.

El Visa pour l’Image, el festival de fotoperiodismo de Perpignan es un ejemplo de lo que digo. Amo el festival porque es una iniciativa necesaria, y más en estos tiempos de crisis de la percepción social del fotoperiodismo (no del fotoperiodismo en si). Amo su filosofía de abrir la fotografía a la gente, a la calle, bien alejada de salas de exposiciones tradicionales; amo su espíritu combativo pero, ¡ay!, su edición de este año mantiene y aumenta las suspicacias que ya me provocaba en años anteriores.

El punto de partida de mis críticas es el siguiente:

Un fotoperiodista no es un notario de la realidad. Es un intérprete.

Pueden o no estar de acuerdo con esta afirmación. Para mi es fundamental.

El valor que doy a un fotorreportaje es la capacidad que tiene el fotógrafo de interpretar una realidad y mostrárnosla según su visión. Su propia visión. Llámenle estilo, capacidad espacial, maestría en el uso de luces, sombras, colores, visión fotográfica o lo que sea. Es eso lo que diferencia a un fotógrafo de verdad de una persona con una cámara. Ni el modelo ni los carnets acreditativos: la visión.

Y Visa pour l’Image hace años que olvida ese algo especial, esa visión única que aporta el valor a la fotografía. Parecen más interesados en mostrar reportajes lejanos (ya saben, el exotismo vende), la consabida guerra de Estados Unidos contra los intolerantes con petróleo, o la explotación morbosa de la diferencia, con un regusto al “Freaks” de Tod Browning. Me refiero a la exposición “Eloi, niño burbuja” que, aparte de mostrarnos a un bebé que necesita estar encerrado para sobrevivir no presenta ningún —repito, ningún— valor fotográfico.

Había colecciones que sí merecían el viaje: El uso maestro del color por William Albert Allard, la retrospectiva de William Klein, algunas de las fotos de Stephanie Sinclair sobre la poligamia en Estados Unidos, entre otras. Pero lo triste es que la mayoría de ellas eran de veteranos fotoperiodistas que hablaron con imágenes hace ya décadas. ¿No hay jóvenes con visión propia? No me lo creo. Todo apunta a los criterios de selección de Jean-Paul Griolet y equipo. Hasta él reconoce en su editorial que “algunos nos reprochan que estamos estancados”. Bien, yo no les recrimino eso. Para mí, están acomodados, que no es lo mismo, sino peor.

2 comments:

Admin said...

Aún sin tener el más mínimo conocimiento de fotoperiodismo, puedo entender tu postura. Es como Fotopres, a mi gusto, falto de originalidad y con un regusto amargo, que no despierta nada en mí.

Me gusta como escribes, eres cercano, y con un punto de vista personal. Viva la personalidad! : )

Óscar García said...

Muchísimas gracias.

Ganas de verles.