Aunque quiera creerse el macho-alfa de la manada, el perro se sabe a disposición de los designios de sus amos, condenado a permanecer atado, a su merced, hasta que ellos decidan reemprender la marcha.
Desahoga su frustración con el lamento, un aullido que lo asemeja a sus congéneres los lobos, que no cedieron su libertad a cambio de seguridad y calor.
Buenos días.
1 comment:
El que con lobos anda, a aullar aprende.
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