8.11.06

De ángeles caídos y revelaciones


Ayer descendió sobre el Casino de l'Aliança del Poblenou un artista con hechuras de ángel. Sufjan Stevens, que se ha convertido en objeto de deseo de los gafapastas de quita y pon, llegó, vio y venció. Sufjan me parece interesante pero no la octava maravilla, tal y como da a entender la crítica que lo ha aupado al séptimo cielo, aquél en el que todo lo que hagas está bien.
Como uno es un pedante y un espíritu crítico por definición, y los prejuicios forman parte de mi modus vivendi, ver la inmensa cola que se había formado ante el vetusto edificio me produjo una cierta inquietud. Llegué temprano, a las 20.30, anticipando la avalancha que se podía producir y preocupado por conseguir un buen sitio desde el que fotografiar al artista. La previsión, que no me acompaña a menudo, me permitió sorprenderme primero y degustar después a una de esas rara avis con las que tanto me identifico, St. Vincent. A priori no sabía nada de la señorita Annie Clark, más conocida (?) con dicho heterónimo. Mis compañeros fotógrafos me explicaron que forma parte de la banda de Sufjan y de ese grupo de iluminados llamado The Polyphonic Spree. A priori pues, curiosidad pero poco más.
Esta primera impresión desapareció inmediatamente ante la rotundidad de la propuesta de Annie. Sola, interpretando los temas acompañada de guitarra eléctrica o al piano, golpeando con saña la tabla con la que marcaba el ritmo, extrayendo de su mástil unas disonancias dignas de la música experimental, Annie me dejó, literalmente, apabullado. Ya hay comentarios comparándola a Regina Spektor por su registro vocal o a PJ Harvey por la sequedad de sus ritmos. Estoy de acuerdo con ellos. Pero, además, creo que Annie Clark está en pleno proceso de creación de su mundo personal, aquéllo que diferencia a los artistas de raza de los artesanos. Se verá, pero la primera impresión es impactante. A su lado, Sufjan me pareció gris. Lo siento, pero así lo siento.

15.10.06

Reconciliación



Conciertos como el que Micah P. Hinson ofreció ayer en la Sala Apolo te reconcilian con este loco mundo de la música. Rabia, emoción, sentimiento, humor y, ante todo, un dominio del escenario y de la gradación emotiva que para ellas quisieran muchas de las llamadas estrellas consagradas. ¡Vuelve pronto, Micah!

17.9.06

Un Visa demasiado visto


Acabo de volver de Perpignan.

El festival Visa pour l'Image es una cita ineludible para todo aquél que quiere ser wannabe photographer y yo, como buen gafapasta, no puedo ser menos.

Por ello, tras dos días absorbiendo casi intravenosamente todas las imágenes que la organización ha tenido a bien mostrarnos vuelvo y es momento de transmitir mis impresiones, que se podrían resumir en una especie de resignación/desilusión. ¿la profusión de imágenes está matando el fotoperiodismo? ¿la organización se ha acomodado y ya no apuesta por nuevas visiones? ¿ya no hay fotógrafos que se preocupen tanto de la imagen como de lo que cuentan? La respuesta no es fácil, pero sí que puedo decir que pocas exposiciones me han llegado al corazón este año. Una sobre Txernobil, veinte años después; otra sobre los niños de la guerra; otra sobre la oleada de inmigrantes en Canarias y cómo los cosifica nuestra sociedad de la opulencia; la retrospectiva de Elliot Erwitt, con sus simpáticos perros, ... y poco más. Triste resumen para un festival que es LA CITA DEL FOTOPERIODISMO, así, con mayúsculas. Y el Visa Off, pues ha crecido pero no sé si para bien. Además de la dificultad intrínseca de algunos de los espacios (tiendas, bares, etc.) puedo decir que los criterios de selección del festival off son, cuanto menos, laxos. Recuerdo una vergonzante exposición sobre Srebrenica que no sería aceptada ni en un casal. Pues eso, parcos resultados para lo que es un referente. No pintan buenos tiempos para el fotoperiodismo. Y yo, que lo siento. De veras.