Sigue viviendo de un pasado esplendoroso que deja en evidencia su presente. No se respira en ella esa pulsión vital que la hizo destino inevitable en los 50 y los 60. Adormecida, conformista, adocenada, París ya no vale aquella misa. Nada que ver con Berlín, en estos momentos auténtica capital europea.
Pero, a pesar de su conformismo, París ofrece sorpresas. Como descubrir, en un pequeño local, a The Ex junto a Getatchew Mekuria. Por un momento, el limitado escenario del Café de la Danse revivió esa energía y capacidad de innovación que París hizo sus banderas hace ya unos cuantos decenios.
Mi suerte es coincidir en ese momento y en ese lugar, casi por pura casualidad. Y que mi Minolta Autocord de los 50 estuviera preparada para ser testigo de lo que vi.
Buenos días.
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